¡Corre caichita, corre!
Que la vida, como el látigo sobre la yunta, aprieta desde muy temprano en estos valles celestiales, en este paraíso con trampas…
Corre, veloz , cual tierno venado huyendo de los cazadores nocturnos, despavorido, pero sabiendo que la luna alumbra tu gruta y la naturaleza es tu aliada.
Y no, no mires atrás… un descuido puede ser fatal y las oportunidades de triunfar siempre son menores donde la cordillera ofrece sus faldas o vigila como alucinantes gigantes de piedra… donde la necesidad fustiga y la desigualdad se hace hombre…
Cierra los puños y aprieta los ojos… esos vitores y aplausos a lo lejos son la señal de que has sido la elegida… de la esperanza…
¡Corre, caichita, corre!... que tu gran victoria, quizá, por fin, ya empieza…