miércoles, 26 de diciembre de 2012

Como el aire que nunca cesa




Y ella lucha, se esfuerza, da todo lo que tiene, como preñada generando la vida…

Y es como el aire que nunca cesa

O también como el mar, a veces turbulento y muchas otras calmo, pero que siempre esta allí, dispuesto

Así la conocí, cuando los malos vientos ladeaban mi barca…

Y así, la deseo querer

Por siempre….

viernes, 21 de diciembre de 2012

El día que los mayas me dejaron cagau


Muchas veces, en esta aldea de doctrinas personales falsas, posturas, hipocrecías y fingido respeto al sistema, queremos, tenemos, sentimos, una necesidad infartante de patear el tablero. De romper la coraza y ser tal cuales. ¿Muchas veces?, que bah, ¡todo el tiempo! De mandar todo a la mismísima y no reprimirnos por el statuo quo.  Pero, pucha madre, cada vez nos golpeamos con la realidad y admitimos que no se podría salvo algunos paréntesis muy bien buscados.

Pero, un día, una bendita tarde todo pareció cambiar. Y, yo, carajo, que hace tiempo estoy cual Leónidas y sus 300 al acecho no de las Termópilas pero si de la liberación global, escuché, o sentí la orden venida desde quien sabe cuantos miles de años atrás pero bendita al fin y preconcebida por unos peludos con ropa de lady gaga llamados mayas que gustaban de la escultura y tantas vainas instalados en Centroamérica. ¡Se acaba el mundo carajo! Entonces, en ese momento, allí, justo, ¡yes, man!, ¡la firme!, ¡thats rigth!, me encontré en mi verdadero contexto. Como pez en agua o político en el averno.


Y ahora sí, jódanse, me dije. Y, liberado por fin, cargué mi lista de deudas morales y la emprendí por la ruta de mis frustraciones sediento de revancha y gozoso de ansias. Lo primero fue meterme a la oficina del jefe sin sacar cita y decirle que era un bruto con dinero, explotador de mierda y cachudo encima no sin antes tirarle por la cara las facturas de mis lesiones por trabajo no reconocidas. Después, me trepé al despacho de la potable coordinadora de logística, casada por si acaso, y le metí un chape que por poco le estrangulo el páncreas con mi lengua y ni para que te cuento. Allí nomás agarré mi carro – al que le pinte la frase en el parabrisas trasero: ¡alcalde ladrón, presidente proxeneta y obispo maricón! -, me fui al grifo y cargué el tanque sin pagar y después directo al megacentro comercial. Allí me quité la ropa y bailé calato por las tiendas de damas con un cartelito en las manos que decía: ¡esta es la mejor moda consumistas del diablo!

Luego, tras sobornar con toda mi colección de literatura deportiva al jefe de seguridad, largué a la plaza de armas. Llegado, escalé la estatua del tío ese medio desnudo y, en la punta del último pelo labrado, le zampé una remojada amarilla y otra bien, bien espesa y verde que una vieja se cayó patas arriba de pura impresión. !Que carajos si se acaba el mundo! le grité a ella y todos los curiosos con megáfono en mano.

Y eso, sin contar que le "metí cabeza" al tendero de mi cuadra con mas de 3 mil soles, regalé mis tarjetas de crédito, tiré carne con veneno al laberintoso perro de la vecina, le grité su vida a mi suegra que me tiene jode y jode, le rompí la moto a un abusivo que me pegó cuando era chibolo, le escribí a mi ex novia acusándola de tarada por casarse con un baboso y, por último, me empujé un porro de cuatro pisos y cuatro vasos de    "gasolina de avión" en la calle Pasco hasta esperar las 00 horas del día 21.

Hoy, 10 horas después, desperté. Y estaba enmarrocado en la carceleta 5 del Poder Judicial, con mis calzoncillos en el cuello,  la camisa amarrada a la cintura y un olorcito a vinagre podrido impregnado en los vellos de mi pecho. Levanté la cabeza y, sobre una minúscula ventana o respiradero, leí un cartelito que decía: imbécil, a los mayas les faltó piedra, por eso escribieron su calendario sólo hasta el 2012.

!Mesoamericanos antiguos y la pe que los parióóó!
Cagau.

sábado, 17 de noviembre de 2012

MISERIAS...


Algunos, o muchos, será porque las vida ya les vale caca, su pena es inclemente o se pasaron de droga, miran al cielo abriendo los brazos o buscan en sus fantasías más esforzadas para encontrar el infierno.
Y son tan ilusos...
El averno convive. Y no es sólo etereo o nos tienta cada vez vestido en diversidad. También, se hace tangible, físico, demoniaco, terrible como el odio de dios en los versos de Vallejo hasta rozar nuestros cabellos o invadir nuestra perspectiva.
Ayer, incluso, se me plantó nuevamente. En un camino terroso, lúgubre, de huesos desperdigados, estiercol salpicante y almas perdidas marcando la ruta.
Entre espesas nubes generadas por toneladas de desperdicio incinerándose, cuerpos hechos fantasmales cuando densas nubes los rasgan. Manadas bípedas.
Pero, que bah, no son sino aquellos que la presunta bonanza nacional y regional no les alcanzó las uñas de los pies. Los desterrados hijos de Eva en un valle que no buscaron pero al que los empujaron. Negados. Angeles caídos entre la mierda humana. Donde las plagas se inoculan cada segundo y la expectativa de vida no cuenta.
Donde, seas niño o anciano, varón o mujer, te sumerges en podredumbre para salvar tu dignidad mientras la autoridad te tira lo que no le sirve o a vomitado.
Tras la cárcel, en Trujillo, en El Milagro. O dentro?



sábado, 20 de octubre de 2012

Dulce y nostalgia



Ese caminar lo  conozco.  
Rengo y saltarín, sabe de sombra y ardor, seguridad y riesgo, cobijo y desamparo, alegría extrema y llanto marcado.
De sonrisas y rudezas, de descansos e intensidades, de soles a cambio del dulce y también céntimos sin condición en manos solidarias. 
dolores a ras de piso, cuando el sol se tira al mar y el retorno se impone.
Pero nada puede con ese corazón. Implacable y persistente. Con ese verde que te viste y  es como la canción universal: de esperanza. De suma fe.
Ese caminar lo conozco.  Lo siento. Va como el palpito de mi corazón. A veces suave, otras desbocado, ansioso.
Porque, debes saber, esos pasajes duros me asaltan con la oscuridad y la nostalgia como cómplices.
Rengo, pero también saltarín.
Una manzana, ¿señor?

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Evocaciones hacia el cielo


Nunca supe que comida era su preferida. Tampoco si disfrutaba más de la lectura o la música. Además, hasta ahora reflexiono porque no le gustaba bailar si quien suscribe es afecto a mover el esqueleto aunque genere vergüenza. Quizás las inquietudes y desordenes propios de un adolescente rebelde evitaron que pudiera revelar esos enigmas antes que ascienda, un día de mayo, cuando el hacedor convocó a nuevos ángeles.

Sin embargo, claro si me queda, cual sonido del rayo en una noche silente o aquella  única vez que me dio ‘catana’ por no ir a la escuela, su ferviente solidaridad, su alma de apóstol. Esa permanente intención por ayudar a quien se lo pidiera sin distingo de clases y que la hicieron inmortal. Pues ella no expiró. Más aún, su masa creció sideralmente y, cual Urano, se ha hecho vigilante de una sociedad cada vez más desigual hasta hacerse sentir en cada esquina donde el marginado te alza la mano o la injusticia acosa.
Pues en aquellos que saltan cual conejos frente a tu parabrisas mientras el semáforo sigue en rojo o en esos tiernos que limpian lápidas en cualquier cementerio, ella está. Allí donde la esperanza parece pérdida y los cuerpos deambulan saturados de droga, levita. En esa última chocita que rasga los cielos y habitan débiles pastores atentos a su rebaño, mora. Donde los niños sufren desnutrición y sus padres lloran por no tener.  En todos los débiles que te alimentan con una sonrisa agradecida y evocan las madrugadas sanando enfermos en un pueblo pobre, las donaciones de medicina a quienes no tenían o los consejos profundos a quienes no entendían.
Y, claro es, en las ideas de aquel loquito que daría la mitad de su vida por retroceder al tiempo y robarle cinco minutos de aquellas  noches con libros abiertos y  una hermosa señora que, aunque muy agotada, pacientemente me explicaba las materias al amparo de una vela casi derretida. Era ella, doña Rosita, la que debió ascender, pero nunca morir. Y no en un 31 de agosto, su fecha de nacimiento.

sábado, 11 de agosto de 2012

Entendiendo lo natural




Luis Hernández recitaba que  el sol suicidándose frente al mar plasma el ocaso. Entonces, ¿qué es el amanecer sino  la resurrección de la estrella mayor ascendiendo al cielo?  
¿Pero, además, madre, como comprender el rocío?, esa humedad que cubre lo verde cada mañana y ahora enfrento.
Es, hijo, el rezago del llanto nocturno de la madre naturaleza intuyendo que su reino seguirá siendo depredado.



lunes, 16 de julio de 2012

Aquel desconocido que quise tanto




Son como figuras amorfas que intentan salirse de un paisaje gris, abstracto. Que se mueven, entremezcladas, y parecen tomar cuerpo y luego vuelven a disolverse, lentamente, con un  fondo de colores  muy tenues y  el bajo eco de una risa cariñosa y permanente.

Son los recuerdos de base tres. Instalados en el tránsito entre la presunción y el raciocinio definitivo. Cuando evocar cuesta pero  sabes que eras muy dichoso, extasiado.
En épocas que vivir solo significaba reír y no había más obligación que terminar el día agotado de tanto disfrutar.

Y allí,  estaba él. Ese foráneo con voz ronca y cabello incipiente.  Jugando conmigo en el callejón de la antigua casa mientras mi madre vigilaba de vez en vez y Giovanna o Manuelito esperaban su turno, ansiosos. Correteándome tantas veces, diciéndome a la carita no recuerdo que mientras sonreía no se por qué y cargándome sobre sus hombros  no sé cuando.   Rascándome la cabecita de viruta quizá para jalarme un piojo o haciendo muecas raras para, probablemente,  complacerme. Sin embargo,  de lo que si estoy seguro, es que éramos muy felices y poco nos importaba de quien se tratara.  

Y allí iniciamos una relación que,  tras su posterior partida a Chimbote y convertirse en padre, se retomó algunos años después y se hizo más estrecha.

 Y no se perderá por que un día de julio, a ese desconocido que quería tanto, el hacedor decidió convocarlo.

Mi hermano, Vitucho.

martes, 10 de julio de 2012

La Panchita



Esta mañana, con no más razones que usar unas chancletas de color oscuro muy parecidas a las que ella usaba – con una singular motita crema sobre los pasadores - para arrastrar sus piecitos, la recordé. Quizá tantas nostalgias desempolvadas en la casa de mi padre por estos días, jugaron también su papel. O, de repente, el  reparar su última morada, la habitación del tercer piso, en mi antigua casa de El Porvenir. Allí, en ese balcón con cara hacia el ex Fundo Palomar  - hoy, la urbanización La Rinconada- donde la encontré y donde la despedí una tarde de octubre cuando, horas antes, los gatitos aullaban y las avecitas trinaban  sobre ese techo cual si anunciaran una noticia inesperada.

Panchita, diminutivo de Francisca María Malca Novoa, de piel blanca con manchitas canela y largo cabello blanquinegro, tenía mucho de mi padre y su único hijo. Podía ser tierna hasta el fanatismo y darme besos sin cesar o recitarme poemas por horas; pero, luego, no se andaba sin remilgos a la hora de recriminarte por el error cometido o la desidia para atenderla. “Chulaca, carijo, tú no puedes ser mi nieta eh, ¡ni peinarme sabes!, ¡y hasta te pusieron mi nombre y no se por qué!”  iniciaba unas broncas memorables con mi hermana mayor,  Giovanna – y Francisca también, por si acaso.

Otras veces, y con más detalle si la platea estaba llena, evocaba su presunto  pasado noble en la hacienda San Miguel de Pallaques, en Cajamarca, su lar de origen. De cómo vivía en una hermosa y amplia huerta y cabalgaba su brioso caballo mientras impartía órdenes a la servidumbre. De cómo compartía opíparas cenas con la burguesía de esa época y que alguna vez regresaría a reclamar lo suyo con escopeta en la mano. Del cariño que le tenía a su querido ‘Chulaco’. Aquel que nunca la abandonó ni en sus momentos más difíciles y la llevó consigo a cada lugar donde su destino empujaba. Ese pedacito de su corazón a quien, también, vaya ironías, despedí una tarde, y en el mismo lugar, 25 años después, cuando me andaba buscando para decirme que me quería mucho y darme un tierno abrazo. 
Tan igual cual hacía frecuentemente la Panchita: “que inteligente que eres, mi cabezoncito”, y luego me cargaba sobre sus piernas.


sábado, 7 de julio de 2012

En el día del maestro


Y allí va la tía Lolita
Con esa belleza limpia y mirada transparente, con ese garbo inconfundible y disciplina que partían desde su alma y se forjaron sobre una familia honesta como muy unida.
Ella fue docente en una escuelita fiscal de Buenos Aires, y mi primera maestra. La que me corregía tiernamente y premiaba mis aciertos con dulces Ambrosoli.
Eres el más bonito y noble de mis sobrinos, fue su último mensaje, una noche de setiembre en que el Olimpo abrió sus puertas y recuerdo tan nítido como las algarabías de mis hermanos cada vez que llegaba a visitarnos.
“Toma tus alimentos siempre a la hora y haz deporte, para crecer fuerte y sano, y no te quedes como un enano”, me cantaba, reclinada y al oído, asegurándose que lo disfrutara cual juego de pelota.
Y todavía la veo cuando la nostalgia infante, como en esta noche de insomnio y cigarras trinando, me aborda. Con esa belleza limpia, con ese garbo inconfundible y mirada transparente.
La tía Lolita.

viernes, 29 de junio de 2012

Persiguiendo la vida

¡Corre caichita, corre!


Que la vida, como el látigo sobre la yunta, aprieta desde muy temprano en estos valles celestiales, en este paraíso con trampas…

Corre, veloz , cual tierno venado huyendo de los cazadores nocturnos, despavorido, pero sabiendo que la luna alumbra tu gruta y la naturaleza es tu aliada.

Y no, no mires atrás… un descuido puede ser fatal y las oportunidades de triunfar siempre son menores donde la cordillera ofrece sus faldas o vigila como alucinantes gigantes de piedra… donde la necesidad fustiga y la desigualdad se hace hombre…



Cierra los puños y aprieta los ojos… esos vitores y aplausos a lo lejos son la señal de que has sido la elegida… de la esperanza…

¡Corre, caichita, corre!... que tu gran victoria, quizá, por fin, ya empieza…

jueves, 17 de mayo de 2012

ANTHONY...


¿Para qué, 'tíllo'?,
Ya no quiero tu compasión
¿Para qué si pronto te irás?
Por qué si, finalmente, tus afectos sólo son paliativos y, perturbado por estetoscopios ante mi pecho o lumbres sobre mis ojos, quedaré rengo del alma como esas reses que sufren azotes de sus propios amos.
¿Qué sentido tiene si mi ruta aún es larga en esta naturaleza rica, pero poblada de espíritus duros y corazones que no sienten de tanto abuso?
¿De que sirve, mientras tú, incluso tú, sufres tus propias penas y todavía debes simular?
No, 'tíllo'. Ya, no, déjame ´pue´. Mantenme libre comiendo mis flores dulces y cazando mis pogos.
Que mejor es caminar así, disfrutando mi propio apu, saltando mis propias trampas y burlándome de mis propias tonterías, arriando mis mulitos celestiales y galopando con mis caballitos imaginarios. Allí, entre los verdes montes y brillantes soles de mis neuronas, no habitan espíritus inertes ni corazones sin sentimiento o habrá quienes me señalen y griten por ser libre.
¡Y, que insensatos, ¡!!todos, todos los que me señalan!!!, Allí soy más feliz que ustedes, allí, en ese paraíso  de los que no fingen, no me someto a nadie, la gente  comparten hasta el más pequeño de sus manjares y los derechos no son mutilados ni hay líderes corruptos.
Allí no hay que pedir nada, sólo tomarlo con devoción y preservar su eternidad.
Pero aca, insensato terrenal, ni tu  ni nadie, lo comprende. Porque la desconfianza es ley y la arrogancia sitiada.
Entonces, déjame `pue`, déjame, pues tus intentos no alcanzan para comprender. Además, como las paca-pacas de abril pronto alzarás vuelo.
Por eso, ¿para que, tillo?, ¿para qué?. Déjame, déjame comiendo mis flores dulces y cazando mis pogos...

sábado, 25 de febrero de 2012

Entre dos bandos

La grama, verde encendida, le ha ganado terreno a lo pétreo y negro, mientras la naturaleza le nutre desde los cielos con jugos transparentes. De a pocos, la cubre y abraza a pesar de su férrea materia. Se mete entre sus líneas y rendijas hasta llegar a las entrañas como el agua que uno toma.


Me miro en ese panorama, cuadrado de adobe y madera de cuatro centurias y un olor a historia agrícola, mientras acompaño a Cristhian, el catequista del paraje cajabambino que hoy me da estacionamiento. El verde es mi esperanza. La piedra, mi desconfianza.

domingo, 12 de febrero de 2012

...vidita

Y allí está ella. Siempre esperando. Atenta cual madre a sus cachorros.
Con sus ojos grandes como platos brillantes.
Con su cabello alborotado que parece retar al viento y nariz de botoncito.
Y sus repentinos arrebatos que me complican. Y su cariño incombustible y paciencia de apóstol que me nutren el alma.
Es el amor que roza lo auténtico. Mi vidita.