viernes, 7 de diciembre de 2007

Paloma herida



Como los cuerpos inertes que devuelve el mar esa paloma que negó el cobijo del ave de cresta hoy quiere volver. Sus alas están quebradas, su alma débil, su vuelo intermitente. El lado derecho de su pecho sido golpeado por un cazador furtivo, de esos que sólo juegan con la presa, no la aniquilan pero tras el gozo de tenerla, se divierten, la aprisionan hasta casi ahogarla y luego le permiten respirar y le alcanzan un falso cariño para después volver a lo mismo. Sólo explotan las ansias de protección de un espíritu herido…

Ella, quiza arrepentida, ha retornado su vuelo, se ha dado cuenta que siempre quiso al ave de cresta y hoy busca su mirada, su atención. Otea su contexto, lo vigila con un maquillado aire de indiferencia.

Pero, vaya ironías, la noche ha caído sobre el cielo de posibilidades de la hermosa y triste paloma. Ya es muy tarde para ella. El ave de cresta planea en sentido contrario, se da cuenta que la ha dejado de amar. Su corazón lo guia hacia un horizonte muy lejano pero que asoma brillante…

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Las sonrisas más hermosas



Día 1:
“De Huu.. cajanga, ssssi”, “Ocho annn...ios… Tes.. Pie..das”...
A las 7 p.m. del miércoles 13, horas antes de ingresar al quirófano del Hospital Belén, Solver y Zoraida intentan ser elocuentes a las impertinentes preguntas de un tipo que pretende ser amical, agradable, bonito (muy difícil, eh), antes sus nerviosos ojos. Quizá, pese a sus cortos e ingenuos años, ya presumen que se les vienen unas horas algo complicadas tras el largo y misterioso viaje que hicieron hasta Trujillo: de doctores con tenazas sobre sus caras, de artefactos luminosos, de cuartos llenas de camas y gente enferma. De mucho miedo.

“Sool..ver”, vuelve al intento el varoncito. No pronuncia bien su nombre. Pero su corazón si es nítido en pureza. Nos mira con incertidumbre abrazado a Luisa, la asistenta social que ya se ganó su confianza. “Ven Zoraida, acércate para la foto, vas a salir linda”. Y la pequeña asiente. Abraza a su compañerito como queriéndole dar ese ánimo que a ella parece sobrarle. Su última placa antes de la intervención quirúrgica, antes del cambio… Suerte, mucha suerte...

Dia 3:
Han pasado cuarentaiocho horas desde que ingresaron al hospital más antiguo de Trujillo. Solver está más distante aún y ya mis intentos por ganarme su confianza me resultan ridículos. Zoraida en tanto, no deja de quejarse por el dolor que le causan las costuras dentro de su paladar. Son lamentos son muy tenues, casi silentes, como no queriendo, pero prolongados. Y es que, sabe, por boca de sus padres que le acompañan en la fría habitación del nosocomio, esos hincones son parte del proceso hacia su rehabilitación tras la intervención para reconstruir su paladar hendido o labio leporino. Males necesarios que les llaman. Los primeros que, probablemente, le espera a esta serranita de humilde morada y pobreza que duele, en lo más recóndito de Huamachuco.

Día 4:
Es lunes y los vuelvo a ver en el patio principal de la empresa donde laboro. El contexto es totalmente diferente al del sanatorio de días atrás. El recinto luce pleno de alegría, sobrante de una ternura que dos pequeños comuneros de Huancajanga y Tres Piedras con ropa nuevita distribuyen sin mezquindades. Ahora ríen sin temores y no quieren taparse la carita, gritan fuera de reparos y hasta piden fotos mientras se preparan para su retorno a casa.
Yo... no atino a nada... su alegría es demasiado pago para mi... sólo los miro, absorto...

sábado, 17 de noviembre de 2007

60 segundos...

Hoy hace dos días que te visité. Encontré tu hogar vestido de flores y una hermosa manta verde sobre el piso de tu ventana. Y te confesé mis alegrías y penas. Y te pedí consejos. Y rogué por todos. Y me escuchaste, como siempre.

Y observé, como no había ocurrido antes, una tarjeta de fondo rojo adherida a una rosa del mismo color que decía “Para una mujer extraordinaria”. Y no pude evitar las lágrimas… “Sólo un minuto” exclamé desde mi interior, desde mi corazón agitado y emocionado. Sólo 60 segundos quisiera. Y nada más, Hacedor. Bastarían para plasmar en un infinito abrazo cuanto amor te profeso y curar esa nostalgia que me abordan cada vez que te recuerdo, mi querida madre.

Y te diría “Te amo” una y otra vez. Y esa frase portaría todas mis afectivas intenciones: las ganas de llevarte a un viaje a Europa añorado; de cogerte de la mano, cruzar el cielo y reunirte con tus padres, mis abuelos; de convocar a toda la familia y cenar a tu entorno, de llevarte a conocer tu nueva casa, que lograras abrazar a tus añorados hermanos, de aconsejar a tus hijos y besar a tus hermosos nietos… Sólo 60 segundos, Hacedor.

domingo, 4 de noviembre de 2007

De cine y nostalgias

Hola, blog. A las 00.37 a.m. del domingo he retornado a mi oficina. Estuve en el cine, en ese túnel de dos horas que tanto me sirve para aislarme de las presiones del día a día.

Pero esta vez no pude tanto. La trama de la película (¡tragedia y romance!) y el adicional de decenas de parejas con caras de felicidad y dos mensajes de texto llegados al celular, me fueron dirigiendo hacia una estación tan inoportuna para mi realidad: la nostalgia de amar.

Entonces, reparo en que son ya 20 los meses sin compañera. Más de 500 los días en que no he vuelto a enamorarme y varias las ilusiones frustradas en torno a alguna dama que supuse era mi complemento. Y vuelvo con la cantaleta: ¿deberá ser así, tan complicado y prolongado el proceso hacia la consecución de un amor verdadero?, ¿o será que debo quedarme solo?, ¿exagerado soñador o vuelto un pobre tipo superficial?, ¿por qué estos ataques de soledad tan frustrantes?

Y es que así como veo las cosas, las palabras del inefable Zavala parece se harán tangibles en mi persona. “Cuñadito, tanto que no te decides con nadie te vas a quedar solo” me enrostró hace unos días en una profunda charla respecto de amores y penas.

El, aunque sin trabajo estable, una casa propia o consolidación profesional posee el más grande de los tesoros: un hijo. Y bueno, hasta una mujer –no la madre de su pequeño pero compañera al fin- que lo quiere… Mi envidia es su gloria. Ya pues mamá, no lo permitas. Chau, blog.

domingo, 21 de octubre de 2007

Un reencuentro con Eloy


Caminando por la calle Pizarro, en un centro de Trujillo muy soleado y de muchedumbres sin descanso, lo divisé. Su figura delgada y morena, su andar rengo y la cabecita desproporcionada a su débil cuerpo me resultaron inconfundibles. Se había instalado en la primera cuadra de aquel jirón que funciona como paseo peatonal y, cual felino que marca su territorio, caminaba de ida y vuelta en un tramo de 10 metros, intentando distribuir unos folletos promocionales a los apurados peatones que abordaba sin distingos. Ida y vuelta, ida y vuelta.

Analizandolo, detallándolo a lo lejos, en primera instancia no quise llamar su atención. Pero, que bah, pudieron más mis ansias por saber como estaba tras mucho tiempo sin verlo. Y emprendí el retorno a su punto.

A Eloy Rojas Aguirre lo conocí hace 10 años, cuando daba mis primeros pasos periodísticos en un diario local de cierto prestigio. Su entrenador, César Idrogo, un ex futbolista y reconocido profesor de Educación Física, me había conversado sobre dos atletas especiales de una capacidad tal que se habían titulado campeones nacionales y ganado la representación peruana en el Mundial de Atletas Discapacitados que se disputaría en Dublín, Irlanda. Uno de ellos era Eloy, el otro Carlos Menchola. Uno muy flaco y negrito, el otro, blanco y entrado en carnes; pero ambos muy elocuentes y cálidos. Días después, los cité en el estadio Mansiche y, vestidos con las camisetas de sus clubes preferidos, les hice un reportaje que mereció buenos comentarios ese entonces, pero sobretodo, la alegría sincera de dos jóvenes con enorme talento.

“Hola amigo, ¿cómo estás?”, fue su cariñoso saludo con apretón de manos de por medio y sonrisa desbordante, exagerada. Y es que Eloy no ha perdido esa ternura tan natural en personas con Síndrome de Down y que cautivan al más fiero. Así, fue fácil convencerlo de almorzar juntos en el restaurante Romano, a pocos metros del lugar. Más aún si le encanta la papa a la huancaína acompañada de una gaseosa helada.

Natural de Huarás, donde vive su padre dedicado a la venta de ganado, el hincha de Alianza Lima (¡eso es lo único que no me gusta en él!) nos comentó que ha dejado su humilde casita y colchón de cartón en la urbanización La Noria y hoy vive con los padres franciscanos de la iglesia San Lorenzo. Allí, en el recinto de entre las calles Colón y Ayacucho, tiene una cama acogedora y el afecto que quizá no está acostumbrado a recibir dentro de una sociedad tan superficial e indiferente a personas de su condición. A cambio realiza labores de apoyo como ayudante de cocina, mozo o cualquier chambita eventual en la calle, tal cual lo descubrimos, ese día de verano.

“A `Calalo` (Carlos) ya no lo veo, ni me interesa saber de él, y el atletismo ya lo dejé, ahora me dedico por entero a mi trabajo”, expresó, cuando le preguntamos por su amigo de épocas atléticas y cómplice de las ingenuidades más inverosímiles para 'anormales' como nosotros pero comunes en seres nobles y especiales como ellos. ¿Te acuerdas cuando corría los 200 metros 'Calalo' en un torneo y, por gritarle, tú, desde la tribuna junto a una chica hermosa, él dejó de correr y empezó a mostrarle su musculatura a la niña, eh?, ja, ja.


Charlamos de todo un poco. La pasamos muy bien. Y a mí me sirvió, como siempre espero, de combustible para el alma de un tipo dramaticamente romántico.

En la despedida, nos recordó que su madre, Luisa, vive una quinta cercana a la plaza mayor y siempre lo visita en la iglesia. Y además, confesó que su referido reportaje en las páginas centrales de La Industria,  lo guarda en un baúl con cuatro llaves y por eso me saluda efusivamente cada vez que me ve. "Es que yo no olvido, nunca”. Ok. Eloy. Yo tampoco, nunca. Y gracias por tu ejemplo.

lunes, 15 de octubre de 2007

El temor a la felicidad



Hoy lo creo más que nunca: los grandes sueños o metas siempre están asociadas a grandes temores. Miedos tácitos, lógicos y crédulos. Fantasmas generados en la necesidad de que, a puertas de concretar la que sientes como la más grande de tus ilusiones, no quieres imaginar ni el más ínfimo riesgo de que se desvanezca y quede en eso: una mera fantasía. Hoy me sucede, nítida como el rayo de luz en un negro cielo o el aullido del lobo en una noche silente, clara como el sol de primavera o el tronco del ébano sobre un manto de nieve.

Hoy entiendo a Romeo y su incredulidad a tanta felicidad en la tragedia de Shakespeare. Palpo su alegría mezclada con temor cuando veo una bella imagen en la ventana de mi computadora, también al escuchar una hermosa voz a través del hilo telefónico o, mi Dios, cuando cierro los ojos y veo a dos seres enamorados y abrazados a su pequeño hijo divisando un horizonte limpio e iluminado.

Empero, más debe poder mi fe. Y es que, en ese andar hacia el paraíso, no tengo enemigos como el Montesco. Sí, en cambio, una gran aliada: ella está arriba, a la diestra del Hacedor…

domingo, 7 de octubre de 2007

El romántico de Agua Agria




“Hey, hey, pss, pss, mamita, ya pues, ven que me enseñes a escribir… no pues, ¿ya te vas?; no pues, así no se vale...”
Ochentaidos años lleva consigo don Higinio. Ochentaidos años dedicados a la agricultura, ochentaidos años de duro trabajo y responsable esfuerzo por una vida digna. Ochentaidos años donde priorizó cultivos agrícolas sobre educación en el caserío Agua Agria, en Lucma. Ochentaidos años que ha esperado para aprender a leer y escribir. Ochentaidos que han pasado para que pueda redactar poemas de amor, como tanto anheló desde pequeño..

“Y sí, siempre quise hacer poemitas y enamorar a las chicas pues, pero bueno, no sabía escribir”. ¿Y ahora que ya sabe, no tiene otra cosa mucho más importantes que escribir poemas para enamorar chicas? “¿Y que pué, para que otra cosa más me va a servir escribir? 'Usté' como ya tiene seguro esposa 'tá' tranquilo pué”

Higinio González Ríos es uno de los más de 200 comuneros de la humilde Lucma que se han visto beneficiados con la campaña de alfabetización que promueve una empresa minera con notable éxito. El anciano de risa imperturbable y mirada perdida a causa de una incipiente ceguera nunca supuso que, en lo que considera su última etapa de vida, le pudiera llegar la alegría de comprender un texto o redactar versos románticos, su mayor sueño. Hoy, y a falta de la esposa que se le murió hace 10 años y una fémina que lo soporte, Sofía Rentaría, su profesora, es la musa de sus mayores inspiraciones.

“Que linda eres mamita, como una flor de mis campos de cultivo” se lee con mucho esfuerzo en su viejo cuaderno Atlas cuadriculado, el cual le perteneció a su nietecito, Juan, cuando estudiaba en el colegio fiscal de Agua Agria. En este tiempo el ajado y maltrecho block de notas es el mejor amigo del viejito enamorador de Agua agria. El confesor de sus mayores anhelos románticos y sede de sus mejores inspiraciones en escrito. Lindas obras de puño y letra que ni yo podría mejorarlas…

viernes, 5 de octubre de 2007

Historia entre rejas



Un año, quizá dos. Raída camisetita color crema, desteñido pantaloncito azul, zapatitos de cuero negripelados. Todos sobre un cuerpecito frágil, arrulado por un pecho amplio y cálido en una mañana fría.

Luisito tiene la mirada inquieta hacia una misma imagen: el grupo de extraños que recién habíamos llegado a su “hogar”. Mientras abraza a su madre recibe los afectos de dos jovencitas que, a juzgar por el desbordante cariño que le profesan, probablemente identifiquen en él a sus hijos no vistos, quizá muy lejanos, quizá abandonados hasta que sus madres alcen el vuelo… de la libertad.

Visitar el penal de mujeres de Trujillo me resultó sobrecogedor. Mayor a las expectativas que tenía de un recinto que no conocía. Y es que supuse escenas difíciles pero no al punto de encontrar bebes y niños compartiendo celdas sin haber cometido fechoría alguna. Como Luisito, quien debe su presencia a que, un delincuente que roba para drogarse mientras divaga en una esquina de Los Barracones del Callo, nunca lo ha querido conocer. Su padre.

Su progenitora en tanto, a la sazón treintañera, ha intentado paliar las urgencias de alimento para su tercer hijo bajo el peor de los métodos: el robo. Así que, hoy, lleva ya un año bajo la "sombra" - un deprimente cuarto de 4 x 3, fria cama de madera, dos sillas y un cuadro de de Sarita Colonia- y a la espera de sentencia.

“Gracias por venir señores periodistas… aquí tenemos muchas necesidades y son pocas las personas que nos apoyan… muchas gracias por esta donación de leche y vengan cuando quieran”… es la voz muy formal de la mayor del grupo. Otra, la más chicharachera, nos lanza la sorna, ya en la retirada: “a ver si esos papitos vienen más seguido, están como un buen pollo a la brasa” y casi en simultáneo, todos carcajean. En cambio, sólo sonrío. Y es que en ese momento sólo pensaba en Alejandra, mi sobrina de dos años, quizá los de Luisito, el pequeño de zapatitos de cuero negripelados…

domingo, 30 de septiembre de 2007

Ráfagas oscuras

Estoy y no estoy. Circulo por una amplia avenida de luces brillantes e imágenes difusas de paso apurado… un semáforo en verde que no atino… sonidos como pitidos prolongados a mi espalda… un pequeño pretende venderme unas hamburguesas y no entiendo lo que habla... el carro se me apaga entre Miraflores y América Norte. Me falta gasolina. No me importa.

Estoy y no estoy. ¿Será la pena de sentirme tan solo entre tanta felicidad?, ¿será el abrupto recuerdo de un cariño frustrado que recaló en Europa y hoy me escribió una carta cariñosa?, ¿será la nostalgia por ella, esa risueña intérprete, tan lejos de mi de como sus intenciones de regresar al Perú?, ¿serán las secuelas espirituales de un complejo adquirido en la adolescencia?, ¿quizá la inesperada llamada de JM? , ¿la falta de un amor? Estoy y no estoy.

Retorno a la oficina para avanzar mis labores. Pero no, no puedo. A esta hora, la locación me resulta como una guarida para esconder el llanto. Aquí, entre hojas, lapiceros, computadoras y este blog, disipo mis problemas existenciales. Creo que la escritura es la mayor de mis amistades. Un mensaje a mi casilla de internet me hace recordar que soy importante para muchos; que valgo, que tengo mucho más por hacer... ha resultado mi luz al fondo de este túnel momentáneo.

Son las 11.59 p.m. y reparo en que no he cenado… Tip-top. Es el sonido seco del aviso de mensaje en el celular: “hola Oswi, que haces?, salimos?” se lee. No, Ana, no tengo ganas. Sólo quiero no volver a tener esta depresión en buen tiempo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Duras razones







A propósito de los acontecimientos generados hace unos días en la mina Sayaatoc (si usted gusta de leer las tonterías que escribo en este blog sabrá a lo que me refiero) hoy reflexionaba en torno a la severa actitud de los comuneros de Huancajanga. Intentaba entender su postura agresivamente contestataria, su iracunda rebeldía devenida en agresiones, ataques a mansalva, convicción por la destrucción. Me interrogaba del porque de su amargura, de su rechazo más allá – y yendo estrictamente al plano de lo ocurrido en Sayapullo- de las nocivas influencias del terrorífico líder huancajanguino, el tal Andrés Simón.

Siendo más profundo aún, buscaba coincidencias entre tantas disidencias acontecidas entre minería y comunidades en diversos puntos del territorio peruano. ¿Cuál es la médula conceptual que ayude a entender porque tales conflictos entre dos actores permanentes?, me decía. Majaz, Tambogrande, Combayo…

Y entonces, minutos después de hondas cavilaciones, recordé en hilera imágenes recurrentes en mi paso casi diario por los territorios del interior: pobreza extrema, panoramas sociales lacerantes, que quiebran el corazón del más duro, vidas de cloaca…

Recordaba a Jorgito y su malformación física nunca restablecida en caso no hubiera sido advertida por una empresa foránea, de Manolito, condenado a una autoasistencia obligada al no haber un bendito doctor en su caserío, del porvenireño Jorge Riva y su condena a perder la pierna derecha por no tener seguro médico, de Pedrito – el campesinito de Agua Limpia- y la maldita uta que le carcome los miembros inferiores mientras el gobierno celebra el alza en los índices de salubridad (a nivel urbano). De los inocentes niños que escribían ofensas sobre la camioneta que me transportaba, de los animales raquíticos por beber agua contaminada, de varones débiles y agotados por causa de la explotación a los que les someten viles patrones. De esa vivencia bodria de nuestros hermanos andinos mientras Alan García les pide un año más de tregua para paliar sus notables carencias.

Allí, en ese panorama sombrío que acompaña sus retinas cada día y se plasma en la extrema carencia de servicios básicos, sus negados derechos a una educación digna o asistencia médica decente, en sus niños de cuerpo endeble y sus casas de quincha, en su condición de vida deplorable, en esa amargura que les mina el alma desde hace centurias, podemos entender la razón de esas actitudes. Así, el tal Simón no resulta sino, el aprovechador de turno. El delincuente que, persuasivo de mentes ignorantes y cargadas de amargura, las exacerba a favor de sus bajos intereses. El que explota a los excluidos, los marginados, los desamparados del sistema, los cholos de “Todas las Sangres”, la extraordinaria novela de José María Arguedas.

"La culpa no es nuestra, sólo queremos aportar" expone con sustento un alto funcionario en una charla tras la superación del conflicto. Pero, ¿acaso sí es de ellos?

martes, 18 de septiembre de 2007

Cobardía

Siempre, desde años de infante, he ponderado la nobleza de las gentes del ande. Y más, creo, como testigo de excepción en innumerables oportunidades, en su plena intención de cordialidad, buen trato y receptividad incondicional ante el foráneo. Pero, obvio – y es lo que me jode ahora- esta concepción nunca será exenta de excepciones, dramáticas manchas oscuras que viví con la rabia del impotente ayer, 17 de setiembre.

En Sayapullo me encuentro ahora. Y no en horas felices. Intento, junto a 750 compañeros, defender nuestro centro de trabajo ante las malas intenciones de un grupo de revoltosos mal influenciados por quien debería promover la justicia social, un político con rasgos delincuenciales. En el proceso forme parte de una reunión con los furiosos agresores que habían bloqueado la carretera de acceso a uno de los campamentos del Proyecto Sayaatoc. La misma se desarrollaba con lógica tensión pero que no evitó recibiera la cordialidad de un tipo que me fuera presentado por Godrofredo Venegas, el profesor de la academia deportiva Sanmachi, institución que promueve la corporación minera en la que laboro.

Pasadas unas horas de haber ingresado a la reunión decidí abandonar el lugar. Así que emprendí la retirada tranquila y silente. En el camino me volví a cruzar con el personaje de marras quien me saludó cordialmente, como hace un viejo amigo. Mala percepción.

A los pocos segundos el tipo de casaca clara, pantalón azul y zapatos negros retornaba cargado de una enorme piedra en la mano derecha y la rabia en su rostro. Estaba acompañado de furiosas mujeres y perseguía a un grupo de policías que huían despavoridos. La confianza de su supuesta amistad me hizo asumir la situación con tranquilidad. Craso error: la enorme arma natural me impactó como una tromba en la espalda. Trastabillé pero pude recuperarme antes que el agresor me lanzará otro proyectil dirigido, esta vez, a mi cabeza. La misma suerte no la tuvieron consigo dos efectivos policiales que cayeron al piso y recibieron una brutal golpiza de la turba.

No recuerdo haber sentido tanta indignación como aquella vez. Es más grande que el dolor físico que soporto. Quizá lo vea pronto al cobarde, cuando la paz vuelva y –tengo plena confianza en que así será- el complejo sea totalmente recuperado. O de repente en unas horas me lo encuentre en las calles de este pequeño pueblo o en algún recinto cualquiera, ya sin la oscura ventaja de atacarme por la espalda o escudarse en cegadas mujeres. ¿Cómo reaccionaré?, confieso que deseo contárselos…

martes, 11 de septiembre de 2007

Ser digno (II)



Hoy es martes 11 a las 11 p.m. Acabo de retornar de un frustrado intento por hacer ejercicios en el gimnasio por culpa de los ruegos de mi amigo Chelo. El charapo anda más misio que profe a fin de mes y me pidió que lo jalara hasta el hotel donde se hospeda, tiempo suficiente para perder la opción de hacer un poco de fierros al final de una dura jornada de trabajo.

Pero bueno, no quiero hablar de máquinas ni del tarapotino. Esta noche deseo compartir mi sorpresa por la noctámbula actitud del number one, tan inesperada como digna tras los difíciles sucesos del pasado jueves. Acontecimientos que, si lee la crónica precedente a esta, servirán para entender el porque de mi impacto emocional cuando escuchaba su voz bronquial hace dos noches a través del hilo telefónico. Nunca tan humilde, nunca tan autocrítico, nunca tan imprudente –me llamó a las 2.45 a.m.- pero tan justo a la vez.

Reconoció sus rabietas, pero los sustentó en el marco de un proceso muy complejo como riesgoso en busca de consolidar proyectos de gran inversión. Sin embargo – y esto es lo muy valedero- admitiendo graves excesos y sin evitar una disculpa. “Vayamos para adelante, empujemos el carro…”, solicitó. "Ok, esa es la del líder, reivindicarse ante sus errores", retruqué, alimentando una esperanza de cambio en el controvertido number one.

Y en fin, Aurorita, se dio lo que querias. Mis vacaciones deberán esperar. Asi que (¿hasta que "El Primero" vuelva con sus pataletas?) seguiré corrigiendo tus informes. Pero tampoco te pases pues: se escribe “no te vaYas” mamita…

viernes, 7 de septiembre de 2007

Ser digno


Ayer fue una jornada muy difícil, plena de conflictos – peleas, amenazas, grupos agitados, estructuras rotas- dentro de un ambiente tenso, muy tenso, llegada la noche.

El number one, fácil presa de su exacerbado temperamento, nuevamente se la emprendió contra los fantasmas de su inseguridad, esos que lo persiguen cada tanto y le exigen arrebatos eufóricos, golpes de puño a la pared y ojos desorbitados sobre humildes empleados. Esta vez fue muy lejos…lloró una mujer. Otro sí reaccionó… ¡crack!, sonó una débil pared de madera, “¡tranquilo, no hagas locuras, contrólate!”, exclamaba intentando apaciguar la furia de un trabajador que, injustamente humillado, trataba de reivindicar su orgullo tantas veces golpeado.

La bravata se prolongó tras una breve tregua. Ya con otro protagonista por el lado menor. Ahora fue mi turno. No poder entenderlo, no interpretar su contradictorio discurso, era mi pecado. Entonces, hice lo que mi dignidad y mi madre me reclamaban: adiós empresa. La pase bien, me permitiste volver a palpar mi Perú real, y sobretodo, cumplir mi verdadera función: ayudar.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Un reencuentro con mi gorda

Son las 3:06 de la madrugada del miércoles 29 cuando he terminado un informe solicitado por la administración general y me dispongo a actualizar mi blog. Mis ojos parecen dos faros con baterías bajas, intermitentes… mis manos deambulan por sobre el teclado de la laptop intentando responder a los mandatos de mi cansado cerebro…
Intentan plasmar mi reflexión en torno a una cena junto a Janeth… mi compañera de mil aventuras en épocas de universidad… la gorda de lucidez vaga y sonrisa permanente, de moda extravagante y cursos aprobados a la guerra, la gorda de la Panadería Central. Esta, su mejor carta de presentación definitivamente, sobre todo para quienes, con el pretexto de reuniones de estudio, nos “empujábamos” los mayores manjares de la famosa pastelería… y gratis todavía.

A mi querida Janeita no la veía hacía muchísimo tiempo. Enterarme que se había sometido a una delicada intervención quirúrgica bastó para proponerle una reunión. Así que la busqué en su casa de la avenida Vera Enriquez y 20 minutos después estábamos sobre la mesa riendo de todo y comiendo una parrilla, como acostumbrábamos cada tanto a la salida de la UPAO. Ver a mi querida "vaquita" me remontó a etapas hermosas y añoradas.

Hablamos del extrovertido Chale, del vago del Mono Esparza, de la calabacita Jésica y su matrimonio con un doctor, ¿qué sera de la “china” Amoroto?, ¿y en que anda el irrevente Víctor Arévalo?. Hasta me enteré que la “Robocop” Paola Dios ya tiene tres hijos y Adolfo Aguilar continúa en Argentina. También recordamos mis escapadas de las aulas rumbo al diario La Industria para cumplir mi horario de trabajo y las tantas veces que me defendieron –ella y mi habitual grupo de lectoría junto a Sonia y Jorge Pérez- ante los profesores. De mis amores con Mili Gonzalez y Jesusita, nuestros odios por los cursos de Publicidad y la muy recordada borrachera en julio del 96, cuando me nominaron “Calato”.

Está sola. Me confesó sufre por un amor irresponsable. No quiso bajarse del carro sin antes la llevaba a Huanchaco y luego le mostraba mi nueva casa. Sabe que ante ella siempre voy a ceder. Suerte mi querida Janeita, mi gorda adorada.
3:20 a.m., ya no doy más… las baterías se agotaron... zzzzz

sábado, 25 de agosto de 2007

¿Vuelto un vampiro?, ¡Qué bah!

En esa misión por encontrar una novia se me ha dado por hacerla de búho y prolongar jornadas nocturnas que en mi habitual modus vivendi nunca estuvieron consignadas. Lo mio siempre fue pasivo: de vino, una buena cena y una buena charla en cualquier contexto, ya sea en un restaurante opulento, un mediano karaoke o un bar de mala muerte. Y de descosidas juergas o amanecidas con zapatos deambulantes ante un sol poniéndose, muy poco, aunque sí las he contado.

Pues bien, hoy, y por pura convicción, me veo insertado en habitat que siempre evite y al que la verdad no termino de habituarme. Mecano, Nuestro Bar, Tributo, Canana, Evaristo… estos lugares trujillanos de relajo entre música, baile y cerveza los he visitado en dos meses más que en los últimos 10 años. Y sinceramente, no me ha servido de mucho… sí he conocido algunas chicas pero que bah: "que Dady Yanke es mejor que Mana", "que combinar zapatillas con camisa no es fashion", "que esa falda es regia", "¡ay, que pobrecitos los damnificados de Pisco!"… nanay… ¿Acaso pido mucho madrecita?

y bueno, he decidido shotear la invitación de esta noche con el loco Juan Carlos y sus amigas de turno, darme un break y volver a mis costumbres. Así que hoy seremos full cine. Quiero verte Familia Simpson, a ver si no me aburres como la Gran Sangre.

lunes, 20 de agosto de 2007

Mundo solidario



“¿Puedo ayudar, señor?, ¿puedo cargar?, déjeme ayudar pues, no pude traer víveres pero quiero ayudar a cargar”
. La voz del joven de cabello largo y cara de preocupado captó mi total atención. Eran las 8.30 p.m. cuando esperábamos, junto a Chelo, a la extrovertida Cinthia y la pasiva Mary Ann en el patio de la catedral de Trujillo. Entre sorprendido y deleitado miraba la larga fila de cargadores dirigirse al bus de carga de la empresa Tepsa que, estacionado en la salida del recinto religioso, abría sus compuertas para recepcionar el ingreso de cientos de paquetes, de aportes para los miles de damnificados caídos en la tragedia de Pisco, en el terremoto del 15 de agosto.

“Sí, por supuesto, puedes hacerlo, ven, ayuda”, “Gracias señor” respondió, mientras, presto se dirigía al cerro de bolsas cargadas de alimentos o ropa que se había acumulado en una de las puertas de la iglesia. Lo seguí con la mirada por unos segundos hasta perderse en esa maraña de cuerpos serviles. Me sentí feliz, también reflexivo. Pensé en que no todo es malo en esta sociedad tan materialista e indiferente, tan de ropa de moda y harapos caminantes, de casas de lujo casi estúpido y villas sin techo ni paredes, de sexo inmediato y madres que recién inician su adolescencia, de autoridades falsas y comuneros sacrificados, de políticos demagogos y opulentos y niños hambrientos, de millones de marginados o excluidos… de contrastes tan marcados.

Pensé, sin embargo, que todavía nos queda mucha bondad por rescatar. Que esas madres, niños y ancianos que cargaban bultos hacia el bus de Tepsa plasmaban el auténtico sentir de una nación que siempre fue grande y solidaria, que mi país ahora se llama Ica y todos mis compatriotas son pisqueños, que el mundo nos abre sus brazos para darnos cobijo en estas horas cruentas, que en los momentos difíciles siempre seremos unidos, que la indiferencia no tiene ganada la batalla ante el altruismo, que, a pesar de todo, siempre he visto y seguiré viendo pelucones con caras de preocupados dispuestos a ayudar. El bus partió… y con él todos mis mejores deseos para un pueblo que recuerdo como un paraíso de felicidad y al que regresaré muy pronto, cuando termine de recuperarse.

Me ocurrió ayer, domingo 19 de agosto.

sábado, 11 de agosto de 2007

¡Qué tal hermanito!



Somos tres, físicamente nada parecidos pero muy cercanos en lo que a carácteres se refiere. Manuel, Giovanna y yo tenemos mucho de sensibilidad heredada de mi madre: ninguno duda en ayudar a quien lo necesita; nos olvidamos fácilmente de todo, somos querendones y esforzados pero también sabemos ser temperamentales y explosivos cuando la situación se genera. Empero, nadie como mi hermanito mayor y su irradiante frescura para aprovechar las situaciones a su favor; en otras palabras y un lenguaje mas peruano, entiéndase: conchudez.

Hace unas semanas me solicito prestado un monto económico dizque para pagar una deuda. La promesa fue devolverme el dinero en una semana. Han pasado dos meses y no ha tenido mejor idea que asumir algunos costos de la decoración de mi casa para restar lo adeudado con la consabida inflada de precios o "mordida" respectiva. También cada tanto lo descubro con indumentaria mía ya sea caminando en una avenida, almorzando en su restaurante (lugar común de alimentación de medio día para este servidor) o jugándose una pichanga. "Licencias que se puede dar un primógenito" dicen algunos.

Sin embargo, todos tenemos un momento climax en la historia de nuestras vergüenzas. Y a mi querido Manuelito, le llegó el pasado miércoles. Aquel día, me encontraba en un conocido pub trujillano acompañado de dos mejores amigas: Martha y Rina. La charla transcurría como es normal entre tres tipos que se conocen de años y quieren de siempre: distendida, irreverente, ja,ja,ja, ji, ji, ji y jo, jo, jo.

Hasta que la flaca Rina, siempre atenta ella, advirtió la escena: “¿oye, no es ese que está al fondo, tu hermano?”. Y efectivamente, era Manuelito (así le llamamos en casa) quien - camisa blanca, chaleco azul y manos que hacían circulos imaginarios y luego señalaban la cochera del lugar- se esforzaba por impactar a una dama que no era más que su novia Giovana, homónima de mi hermana y recién llegada de Caracas. Hasta allí todo bien, el cuchillo vino segundos después: “ ¿y oye, Oswaldooo, no es ese carro que está cuadrado afuera, todo sucio y raspado, tu auto nuevooo?”

...sí, Rinita, se supone que tendría que estar guardado… Ay, Manuelito, querido hermanito...

martes, 31 de julio de 2007

¡Ayuda Showboon!



Fue el extrovertido Ronald Yupanqui quien me lo advirtió – y de que manera- en una conversación informal junto a Eduardo y Edwin, otros dos compañeros de labores en la empresa que hoy ocupo. Hasta ese momento no lo había notado o quizá no había querido notarlo. Y la broma me cayó como puñal en muslo: “oye, compadre, estás camino al calvario eh, pronto tendrás que ponerte gorro todo el tiempo”
Para colmo – no era mi día eh – el Chino Edwin, desvistió su conocida cautela para, sin anestesia, soltarme el hachazo: “pucha, Oswaldo, unos años más y ya cuando vayas a la iglesia y el padre pide de rodillas, tu pondrás la cabeza en la grada”

Y bueno, reconozco que estuve intranquilo toda esa jornada. Así que llegué a casa y explore el espejo en mil posturas con tal de descubrir esa falta de pelo, esa incipiente entrada o despoblada mancha de cabello que revelara mi promocionada calvicie en desmedro de una cabellera que supo ser frondosa y ondulada como un mar calmo.
Y bueno, no me queda otro que apelar a Showboon ( ¿lo han visto o escuchado?), ese milagroso -según Pancho, otro amigo del trabajo que asegura deberle a ese frasco plomo su vistoso cabello negro – compuesto que se vende como salvador de los pelucones. A ver, en unos meses les cuento como me fue.

sábado, 21 de julio de 2007

Nostalgias de Copa América


“Oye, Oswaldo, no seas h… te has pasado toda la conferencia con el cuello de la camisa hecho una m…” Zoila, una nerviosa asistente de la Sala de Prensa de la sede Trujillo me había condenado a una vergüenza que hoy, pasado el tiempo, lo recuerdo como una linda anécdota. La risueña trujillana, presa de la premura, me anudo la corbata cual soga de marinero y bueno, así dirigí una rueda de prensa tras el partido entre Colombia y Venezuela, ante decenas de periodistas que me miraban como bicho raro mientras me señalaban el cuello. Yo, ni suponía que me querían decir hasta que mi amigo Pepe Hildago desveló el misterio y también muchas sonrisas celebrando la metida de pata.

Este y otros recuerdos –¡como olvidar el llanto de los jugadores argentinos cuando perdieron la final ante Brasil!- me asaltan con enorme nostalgia por estos días a propósito del torneo de fútbol más antiguo del continente. Ahora, tres años después, se disputa en Venezuela y yo no soy el jefe de prensa. Incluso, hoy me dedico a una labor totalmente desvinculada a esa, alejado de mis ideales periodísticos primarios pero no por eso decepcionado. Para nada.

Pero, eso sí, reconozco que si Perú llegaba a las semifinales, ¡me escapaba de la “chamba” y viajaba al toque a Caracas! Por supuesto…

viernes, 13 de julio de 2007

Concretando un sueño


Cuantas veces lo pensé, cuantas veces lo soñé… confieso que en los últimos dos años nunca he tenido una emoción tan intensa como recibir las llaves de mi propia casa. Ese sentir de tenencia de una estructura tan importante en la vida de cualquier mortal ansioso de desarrollo y concreción te genera un estímulo incomparable.

Hasta recordé a mi madre y quise pensar como hubiera recibido tal consecuencia. Probablemente hubiera llorado mientras me abrazaba o se le hubieran vidriado los ojos como me ocurrió cuando me dirigía en el taxi hacia mi nuevo hogar. Y es que era tan emotiva y expresiva con los logros de cada uno de sus hijos…

Dos pisos, cuatro dormitorios, sala (¡que linda es!), comedor, tres baños, amplia cocina, cochera, azotea, jardín… todo dentro de un bello condominio y sobretodo, en medio de una paz que alivia y que ni Plaza Vea (acaba de instalarse en la misma zona donde habitaré) altera. Ahora sólo falta conseguir una novia que la decore. Lo malo que no las venden en ninguna inmobiliaria...

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jueves, 12 de julio de 2007

Historia de un "shoteo"

Ya me resulta masoquista, pero no puedo evitarlo. Los sentimientos de víctima, de sujeto marginado y despiadadamente excluido me asaltan cada vez que me ocurre algo malo. Y en un sistema donde los conflictos son pan del día la concluyente es que me deprimo continuamente. Y para colmo, esta vez me ocurre con una chica; con una hermosa pero desatinada chica.

Llegó desde la capital para hacerse cargo de un stand de información que he implementando dentro de una feria organizada por una universidad privada local. La linda Mery pisó Trujillo con esa tez trigueña dorada como paja teñida al sol, sus hermosos ojos negros como el ébano, esa figura fina y delicada cual porcelana y una sonrisa que derrite. Llegó y su coquetería me apresó. Así que nunca pude negarme a su invitación a tomar un trago.

Entonces, como hace tiempo no lo hacía por alguna chica me preparé con entusiasmo y devoción. Llegada la hora la llamé y pum… emergió esa característica tan propia de las que se sienten bellas y deseadas: el shoteo. Primero, sútil, como respetando un proceso previo, el tránsito hacia el cadalso: “Estoy con Leslie tomando un café, ¿dónde estás?, en un rato voy al hotel me baño y estoy lista. Ah, y ponte churro como siempre acostumbras Oswaldito”

Media hora después, ya fue letal: “sabes, me siento mal y por favor, perdóname Oswaldito, mejor lo postergamos para mañana, sí”
Ahora, 10.48 p.m., me siento una m… Como cada vez que creo haber sido agredido.
Y sólo tengo una cuadrada pc y tú, que me lees, con quien compartirlo. Que joda que es estar sin pareja eh…

viernes, 6 de julio de 2007

Las vueltas de Manolo


Tiene 38 años y estrecho vínculo a una plana estructura de 90 x 60, un montón de cemento encuadrado para un intento de  plaza de armas. Una vuelta, dos, tres, cuatro, cinco…  Sin parar, sin mediar en lo que ocurre a su alrededor. Como un trompo rezumbón. Buscando la meta a la que le guían la fuerza de sus piernas y el coraje de su corazón.

“Ven, acércate”, le pedí y reaccionó con celo. Quizá, cual esos pumas que los lugareños aseguran ver de cuando en cuando, supuso que invadíamos su territorio. Y con su paso torpe y desalineado emprendió la lenta retirada. “Ven mi amigo, ven, siéntate y conversemos un rato” insistí, ya con un discurso menos drástico y más amical. Sobreparó. Entonces, alentado por esa buena señal, recurrí a la última treta: un chocolate que tenía en el bolsillo y había comprado en una tienda de la zona y... bingo.

La conversación no fue tal con el hombre de sombrero de tela, camiseta deportiva y pantalón remangado en las bastas. Manolo sólo se queda en intentos para hablar. Sonidos guturales, saliva que desborda y manos que se mueven intentando explicar la fatalidad de un accidente que todo el caluroso caserío Porvenir -en Sayapullo, La Libertad- conoce. Secuelas de atrofia motora que intenta atenuar mediante vueltas interminables alrededor de la plaza de armas. 30 minutos diarios le dijo la obstetra de la posta médica.

Y tiene dos hijos muy pequeños: Jorge y David, los que nunca supieron que su padre cayó de una roca mientras picaba piedras para construir un muro y se golpeó severamente el cráneo. Y una esposa que lo abandonó tras su penosa caída. Pero ha sumado un amigo que admira su voluntad para salir adelante y que celebrará junto a él su total recuperación… Extraordinario, Manolo. Pronto, lo sé, llegarás a tu meta… como yo a la mía…

miércoles, 27 de junio de 2007

Corazón, corazón...


Son las 11.30 p.m. del 27 de junio del 2007. Me encuentro en el corazón de la sierra liberteña, Sayapullo, un destino que ya se me ha hecho común. Y como es normal cada vez que piso este suelo, las horas se me hacen muy prolongadas y reflexivas al son de un contexto silente, espeso y oscuro: un campamento minero sobre las faldas de una montaña. Entonces, vuelvo con la película: ¿por que me cuesta enamorarme?, ¿por que no llega esa dama que tanto anhelo?

La interrogante se la hacía esta noche a Chelo, un amigo loretano que he encontrado en esta corporación y de quien admiro su pragmatismo para analizar las cosas del corazón. Asegura tener hasta cuatro parejas y a todas las quieres y las adora sin dudar. Yo, en tanto, sólo quiero una, pero que, lamentablemente, no encuentro. Para adorarla, respetarla y convertirla en la mujer más feliz del planeta. ¿Será Julia, la dulce y atractiva profesora de educación secundaria?, ¿o Luisa, la bella y atenta maestra de danzas?, me pregunto. Pero no, ninguna me toca el alma. ¿Donde, donde estás?..

domingo, 24 de junio de 2007

Un ángel, Jorgito




Dentro de las mayores satisfacciones que me generan trabajar con poblaciones de grandes carencias hay una que me desborda de amor el alma. Es la historia de un pequeño venido del cielo. Hoy, la comparto con ustedes…

A Jorge Bartolo Morales lo conocimos una mañana de noviembre del 2006, cuando acudimos a la inauguración de una de las sedes de la academia deportiva Sanmachi, en el caserío Nueve de Octubre, comprensión de Lucma, a tres horas de Trujillo. Chelo Cruzalegui, compañero de trabajo instalado en esa comuna, nos había comentado que allí residía un pequeño de extraordinaria candidez y enorme carisma pero que necesitaba ayuda para superar una malformación del rostro devenida en introversión y depresiones para el pequeño agricultor de ocho años.

Llegados al lugar acudimos en su busca y, previa charla con el gerente general de Corporación Minera San Manuel (CMSM), se decidió producir una película que sería presentada al Directorio de CMSM y convertida en el paso inicial para procurar una intervención quirúrgica que permitiera a Jorgito mejorar su salud. Hoy, han pasado varios meses de ese encuentro, y, el último de cuatro hermanos de la familia Morales Romero, ha fortalecido una esperanza que hasta hace unos meses le era indiferente…


“Y como me van a operar tío?, ¿como es eso?, ¿no me va a doler, no tío?”, pregunta continuamente cada vez que lo encontramos en la zona, ya sea pateando una pelota, jugando “bolas” con su “manchita” colegial o pastando sus tiernos cabritos “Luis” y "Blanca”.

Hace unos días visitó Lima por primera vez como parte de un chequeo médico de rigor pre-operatorio. Allí, junto a su querida madre, Veneranda, conoció muchas de sus fantasías plasmadas en enormes edificios, juegos pirotécnicos, figuras gigantes multicolores y “carros que parecían robots tío, grandazos” además de ser acogido especialmente por trabajadores de la sede central de CMSM.


Pero lo más importante, supo que la promesa que se le hizo no era una burla de las tantas que recibe de parte de sus inocentes amiguitos de la escuelita fiscal de Nueve de Octubre u otros incrédulos. Ahora, no deja de contarles a sus gatas “Carmencita Lara” y “Negra Carlota” o a “Luis” y “Blanca” que conoce las coloridas tiendas de la gran Lima donde le compraron ropa y zapatillas de moda, que ha comido postres en la Villa de Don Teo en Moche y pollo a la Brasa en la Huaca Brava de Trujillo, que vio un río gigante que la gente le llama "playa" o "mar", y, sobretodo, que pronto su carita será “diferente”...


Julio será el mes crucial según lo informado por Creando Futuro, la ejemplar asociación benéfica conformada por trabajadores de CMSM y responsable de todas las gestiones para la intervención quirúrgica al pequeño comunero. Y todos estaremos haciendo fuerza junto a él para después, celebrar una enorme fiesta, tan igual como le están preparando, secretamente, sus amiguitos de la escuelita de Nueve de Octubre. Claro que sí. Y gracias por existir Jorgito, por recordarme que tengo mucho de que enorgullecerme, por hacerme sentir vital.

viernes, 22 de junio de 2007

Gonzalito tiene novia


“Se llama Mary y sí, es mi enamorada. Es muy bonita y yo la quiero mucho.. y ya no me fastidies eh”...
 El reencuentro entre mi querido sobrino (leer “Fuerza Gonzalito”, segmentos abajo) no pudo ser de lo más singular e irónico. El piojo, el enano, el 'chulka', el 'chupamoco' de la familia no sabe amarrarse los zapatos pero ya ¡TIENE NOVIA!

Así, con desparpajo y sin anestesia, lo expuso durante la visita a un restaurante campestre que hicimos junto a su papa y abuelo, el pasado domingo. Está algo bajo de peso y medio caprichosón, entendible si reparamos en la difícil situación que soporta. Sin embargo, nadie le quitará esa marca registrada devenida de una abuela hermosa que no pudo conocer pero siempre le cuida: su nobleza, su permanente intención por hacer el bien.

Por ser Día del Padre su madre tuvo la feliz idea de que permitir que visite a Víctor y así, la jornada en Moche -pueblo tradicional ubicado en las afueras de Trujillo- no pudo ser mejor. Nos acompañó además, Alejandra, su querida hermanita. Hoy ya está de vuelta en Tarapoto, pero se llevó consigo mi cariño renovado, mi promesa de estar siempre pendiente de él y cobijarlo. Y es que es el hijo de mi querido hermano, sangre de mi sangre. ¡Y que importa si ya tiene novia!, ¡total, es mi sobrino no!

jueves, 7 de junio de 2007

Bodas de Dios

“Juras ante Dios y la iglesia, Hugo, renovar los votos que asumistes hace 50 años junto a Julia, tu querida y fiel esposa”. “Sí padre” La voz del sacerdote y del feliz esposo ocupaban todo el recinto, se escuchaban nítidos como tañidos de campana en una noche silente. Sólo interrumpidas cuando la multitud rompió en aplausos sonoros y prolongados al tiempo que los nerviosos conyuges se daban un afectuoso beso rodeados de sus orgullosos hijos, sonrientes nietos y un par de inquietos fotógrafos que cual una ráfaga de luces daban proceso a los flashes de sus antiguas cámaras color negro.

Yo, en tanto, mudo testigo del evento, sólo miraba nostálgico la extraordinaria escena. Emocionado, ni atinaba a seguir el aplauso de las decenas de asistentes. En ese momento se me cruzaron como rayos rompiendo un cielo limpio los recuerdos de mis padres, siempre juntos, riendo y abrazándome, dando pleitesía al más pequeño de la familia. Sueños de cuando ella me enseñaba Matemática al amparo de su enorme talento y una velita intermitente o él, cuando retaba la capacidad de carga y la amortiguación de su auto sólo por darme el placer de llevar a todos mis amigos del barrio a jugar fútbol al Complejo Chicago, en las afueras de Trujillo.

Ya son 13 años los que se separaron, trece años de cuando preparaban sus Bodas de Plata. Como los dignos Juárez Amaya, como Hugo y Julia, hace unos días en la catedral de Trujillo.

Esto me ocurrió el último domingo, cuando se me dio por ingresar al centro religioso mientras esperaba una reunión. Hoy lo quise escribir. Un abrazo inmenso en las alturas mi querida madre. Gracias por tu ejemplo.

domingo, 3 de junio de 2007

Puro corazón

Hace cuatro días viajé a Sayapullo -sierra liberteña- como parte de mis obligaciones laborales. El recorrido transcurría como es común: agitado y vistoso a la vez sobre una carretera accidentada pero rodeada de hermosos paisajes. Sin embargo, todo paso a segundo plano cuando ingresamos a un acontecimiento tan riesgoso como conmovedor. Este es el relato:







“Vamos mamita, pon de tu parte, tu puedes, tu puedes”, “con tranquilidad, en posición horizontal, no la fuercen que puede ser peligroso, así es, así es”, “cuidado con esa vía intravenosa que se puede salir, respira mamita, respira”, “tengan cuidado de no golpearle el vientre por favor”.
Las voces de Wilmer Ríos, Jerry Rebaza, Américo Olivo y Rocío Chávez se confundían al mismo nivel. Ya no había jerarquías, estas quedaban de lado cuando se trataba de salvar una vida humana y en ese momento, avalado por las circunstancias, nuestro chofer, el adiposo Ríos, lideraba la operación de traslade de un paso a otro de Eda Valera, una sencilla campesina del caserío Cruz Pampa que, por designio divino, tenía consigo las armas –humanizadas en un grupo de trabajadores de la unidad Sayaatoc varados justo en ese lado de la carretera- para salvar a su criatura, todavía fetal, de un impertinente Placenta Previa. Esta se da con una incidencia de un caso sobre cada 500 partos y supone el brusco cambio de posición del líquido hacia la parte inferior del útero y genera sangrado vaginal fluido hasta llegar a un alto riesgo de muerte del feto. Había que actuar con rapidez y sumo cuidado.

Unos minutos de tensión, maniobras casi acrobáticas y Eda, cargada por el fortachón Ríos – y con esa fortaleza que casi siempre sólo se ve en las mujeres de nuestra sierra - ya había superado la pesada máquina atascada en plena carretera y que impedía el paso de la camioneta del Ministerio de Salud – que en ese momento la trasladaba- hacia un hospital de Trujillo. De inmediato Jerry –jefe del departamento médico en la unidad Sayaatoc, quien nos estaba acompañando en camino a la operación- tomó el mando: había que acondicionar el vehículo que habíamos ocupado hasta minutos antes. Cables que se rompían para amarrar un frasco de hidratante, maletas que se dispersaban para ganar espacio, asientos horizontales y una nerviosa parturienta echada boca arriba a un costado del chofer. “¿Suero?”, “listo”; “¿vía intravenosa?”, “listo”; “¿respiración?”,“normal”; “Rocío, tú la acompañas hasta Cascas, allá una unidad médica la está esperando para proseguir hasta Trujillo, rápido, rápido”.

Horas después y en el mismo lugar donde quedamos varados – carretera Cascas Sayapullo, altura del puente El Polo- nos reencontramos con Rocío, quien ya de retorno, nos daba la feliz noticia: “llegamos bien, todo el camino soportó el dolor y en el ‘cruce’ (entiéndase: ingreso a Cascas) nos estaba esperando el cuerpo médico de Trujillo que de inmediato la llevó a la ciudad; la acompañó Zily (Abanto, jefa del puesto de Salud de Sayapullo, quien también participaba en la acción médica)”. Al mismo tiempo que la risueña enfermera culminaba su información, se avivaba mi orgullo por tener tales compañeros de trabajo en la Corporación Minera San Manuel.

Hechos como el relatado y que atestiguamos el pasado 30 de mayo son comunes en un poblado de tantas carencias como Sayapullo, nos confesaba Jerry, mientras esperábamos –horas tras horas- sea desbloqueada la vía. Y su aseveración tiene sustento: en una comunidad de índice de pobreza superior al 90 por ciento y altos niveles de desnutrición infantil, las madres gestantes –la mayoría ubicadas en edades precoces- se resignan a ser asistidas por una matrona cada vez que deben concebir, con todos los riesgos que ello implica. Y si consignamos los altos grados de morbilidad que allí imperan, la resultante es más que lamentable. Pero, para suerte de ellas y de la propia comunidad sayapullina siempre encuentran en el centro médico del Proyecto Sayaatoc, que opera en el cerro San Lorenzo desde hace más de un año, personal dispuesto a ayudar, a dar lo último por asegurarles una salud adecuada y máximo respeto, tácito compromiso para todos los que laboran en el referido proyecto. Claro que sí.

martes, 29 de mayo de 2007

Mi hermanita y un carro

“Que no hermanito, que piénsalo bien, que mira, ese precio para un modelo de ese año es muy alto, no hermanito nooooo…” Giovanna, mi querida hermana mayor, tiene una escondida obsesión por el mesianismo familiar que a veces, ya sulfura. En esta ocasión, sus “consejos” los sufro para adquirir una máquina de cuatro ruedas.

Comprar el bendito carro me está llevando más tiempo del que suponía y en gran parte por aceptar -o resignarme- a las maquilladas imposiciones de mi inigualable sister. Relato: estando en Lima –capital de Perú- la pasada semana, acordé reunirme con un vendedor de autos con quien tenía contactos desde hace más de dos meses. Mi decisión estaba tomada – habida cuenta que tener un vehículo me urge para iniciar el definitivo traslado a mi nuevo hogar- así que me dirigí al lugar donde Yoshio Katsuragi – así se llama el vendedor- oferta sus autos. Todo iba bien hasta que recibí la llamada de mi querida hermanita. Y no sé porque pero sentí que citarla al local de Yoshio -Giovanna vive en Lima- era un error.

Al final, no me compré el auto, visite cincuenta locales comerciales con mi hermana y su amiga Consuelo –una ex vendedora de vehículos y conocedora del ramo-, gasté mi tiempo y dinero y terminé más incómodo que tanga en poto de gorda.

Bueno, así igual adoro a mi hermanita por esa sobreprotección –léase cuidado y cariño extremo- que me profesa. Hasta novia me quiere conseguir. “Y ya sabes, cuidadito con gastar en autos de segunda sin consultar ah.. y no te metas concualquier chica, tu no puedes estar con cualquiera eh... y cuidado con gastar mucho de la tarjetas de crédito, por favor hermanito, ten mesura.. y no te preocupes, acá con mi amiga veo el auto y tu próximo viaje lo compras…” Ya Giovannita, ya...

sábado, 26 de mayo de 2007

Fuerza, Gonzalito

“Hola tío… ¿qué hago me preguntas?, estoy jugando con mi mono… y no como pollo, el pollo no me gusta… ¿cómo tas?.. chau tío… en la tarde te iré a visitar..”.
Gonzalo tiene seis añitos, es el primero de mis sobrinos y el que más quiero dentro de esa enorme dimensión amorosa que tengo por mis tres “hermanitos menores”. Y es que, debo reconocer,  al enano este le profeso mayores afectos por ser el primero que llegó al mundo, el de mayor cercanía física –vive en Trujillo, muy cerca al domicilio de mi padre- , el que se parece a mí – varios suponen que es hijo mío- pero además, porque es el primogénito de mi hermano mayor, Manuel.

Empero, por estos días la situación no es tan llevadera con mi querido 'anteojitos'. Su madre, en un arranque de errada pasión y descontrol, se lo llevó con engaños a Tarapoto, una ciudad de la selva peruana. Allí lo ha matriculado en una escuela estatal y situado en una vivienda que ha alquilado mientras intenta administrar, junto a su actual pareja, una empresa de venta de comida.

La situación, plena de conflictos y despropósitos, por tanto, no es la más propicia para Gonzalito y así lo percibí en la corta comunicación telefónica que tuvimos. Conozco a mi enano y sé que sufre lejos de sus amiguitos de colegio – aquí fue matriculado en un escuela particular de gran nivel-, de su piscina en el Club Libertad, de sus muñecos Batman y el Hombre Araña, de su hermanita Alejandra, de sus abuelitos y de su querido padre, Manuel, un tipo, que al margen de errores inevitables en cualquier mortal, ha asumido con total responsabilidad los deberes morales y económicos con su vástago. Lástima que por el lado maternal – no quiero prejuzgar pero así parece- no se pudiera decir lo mismo. Y ya van más de 40 días que no lo veo.

Desde esta humilde esquina – y haciendo fuerza todos los que te queremos y extrañamos- : fuerza sobrino, tu abuelita Rosa y el Hacedor harán que pronto vuelvas con nosotros. Juro que sí.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Todo por una rabona

Ahora resulta que Andrés Vásquez, con una “rabona” es un jugador convocable y hasta Uribe dice que le gustaría tenerlo en la selección. Siempre he querido entender cual es la medida de la capacidad de un futbolista para jugar en una selección peruana. Y es que nos topamos con cada situación que hasta a veces asumimos que ver nuevamente a César Cueto o Teófilo Cubillas jugando encuentros oficiales con la blanquiroja está dentro de concretas posibilidades. Ahora, basta con una muy buena jugada hecha por el futbolista del Goteborg sueco para que muchos reclamen su llamado.

Empero, nadie repara en que el fútbol es un juego prioritariamente colectivo y no individual, que hasta Paúl - mi pata de partidos de cada miércoles en el Club de Prensa- y el incomprensible Johan – otro pata del Club de Prensa- intentan cada tanto la famosa jugadita con algún acierto pero no pasan de 0.5 en rendimiento global. Es más, podemos citar a futbolistas de historia en nuestro país que eran reyes de la pirueta y el metro cuadrado pero nunca de todo el terreno caso “Pitín” Zegarra, que dicen –nunca lo pude ver- hacía malabares con la pelota pero nunca rindió en un seleccionado.

Y con esto no queremos desmerecer las condiciones que pueda tener Vásquez – de sólo 19 años y seguro, buenas condiciones- pero sí advertir que se debe tener un análisis a profundidad para proponer jugadores a nuestra selección, basarse en un rendimiento de tiempo prolongado -y no de dos partidos o uno- y nunca remitirse a un bonito gol o extraordinaria jugada por más dimensión mediática que esta incorpore. Aunque con Uribe –que en su anterior ciclo lo hizo con los desocupados o suplentes Carmona, “Tata” Reyes y “Panchi” Pizarro con nefastos resultados y ahora con otros que calientan banca en sus equipos- todo se puede esperar. ¡Yo me hago 50 pataditas seguidas eh! Hasta la próxima.

domingo, 13 de mayo de 2007

Unas madres de "peso"


A más de tres mil metros de altura y un frío que traquetea los huesos, una historia especial, en un día especial

“¿Cómo está ingeniero?, ¿hace mucho frío, diga?, yo felizmente cumplo mis 20 días mañana y ‘ bajo’ para ver a mi Leydy y salir de este clima”; Mónica.
“Hola ingeniero, tómeme una foto con mi hermana ´pé´, para que se acuerde de nosotros. ¿Cuándo ha llegado?, a ver, hay que servirle al simpático de una vez”; Rosina.
Le llaman las “Barbies”. Una 35 y la otra 43. Sus circulares siluetas nunca
pasan desapercibidas y lejos están de asemejarse a la emblemática muñeca creada por Rut Handler en 1959, pero así tampoco nadie desatiende su extraordinario esfuerzo por ganarse un salario digno para fortalecer el desarrollo de sus mayores razones de vida: sus hijos. A estas singulares mamás las conocimos de la manera más inusual. Una mañana de enero cuando advertíamos la zona de ingreso a Sayapullo
las divisamos lampeando la tierra sobre una ladera, golpeando el borde de la cuchara con el taco de la bota de arriba hacia abajo y la punta de la lampa en diagonal sobre el terreno tal como mandan los cánones del buen obrero, tanteando el piso para saber donde incrustarla, sin perturbarse ante nuestra mirada incrédula, manejando la pesada herramienta con la ligereza de los más duchos e investidas de botas con punta de acero número 40, gruesos guantes, ajustado gorrito y uniforme verde talla XL en cuya espalda se leía: Proyecto Sayaatoc.

“Heyyy, hola inge, hola señores, que tal”, saludaban a todos con los brazos abiertos y la risa honesta. Unas semanas después retornamos y no las encontramos en el mismo lugar. Supusimos que habían cedido al cruento trajín de una actividad más propia para trejos jornaleros que entusiastas damas entradas en músculos. Pero que va, las hermanas Portal Quispe han subido a casi 4000 mil metros, a la cima del cerro San Lorenzo, y ahora trabajan en la sección cocina. Allí Rosina coce variadas carnes, pica verduras o licua frutas en tanto Mónica es asistente del comedor donde se alimentan más de 200 esforzados obreros ocupantes de esa zona del extenso campamento.

Hijas de humildes agricultores ascopanos, desde pequeñas han sabido lo que es trabajar esforzadamente para ganarse el pan diario. Mónica confiesa que recorrió cientos de kilómetros vendiendo diarios, alfajores, bizcochos y marcianos desde los seis años, fue cajonera en una fábrica de espárragos y las últimos cinco temporadas vendedora de frutas en la entrada a Sausal junto a su hermana mayor, con la que vive en ese mismo poblado. Ambas también comparten la misma anecdótica historia de incorporación a la empresa minera:
“Estábamos en la entrada a Sausal vendiendo nuestra frutas y un día, como siempre, pasaron varias camionetas rumbo a la mina. Entonces, yo me acerqué a uno que decían que era el jefe de todos y le pedí ‘chamba’. Pucha, que el ingeniero Frías me miró y me pregunto si estaba segura de trabajar como minera y yo no me quede callada pé” expone, risueña.

“Entonces le dio su tarjeta y le dijo que suba nomás a la mina y pida trabajo. Pero
yo también quería trabajar y me dijo lo mismo”, complementa Rosina, quien menos extrovertida pero igual de carismática, sólo expone gratitud para el referido funcionario:
“Es un señor muy bueno, a veces nomás que se pone duro pero en el fondo es un alma de Dios”. Tanto como Mónica, sus gruesas manos han soportado texturas de las más duras o dañinas y en los terrenos más complicados de trabajo. “A mí no me incomoda ser obrera, todo trabajo es digno y si tengo que picar una piedra, romper una roca o preparar cemento lo hago nomás”. Todo con tal de construir un firme futuro para sus tres hijos: José, Vanesa e Ingrid. Para su suerte, la vida conyugal le ha sido más acogedora que la de su hermana. Junto a su esposo planea sacarle provecho a un pequeño terreno de cultivo que sus padres le heredaron a ella y sus hermanos en el sector Quemazón de su tierra natal. Allí siembran uva, arroz y otras variedades de fruta o cereales.

En tanto, la descomplicada Mónica se repone de una frustrada relación con un camionero que la dejó embarazada y obligó a dejar sus estudios de contabilidad en un instituto de Chocope. Pasados 11 años su ex conviviente le aporta cien soles muy eventualmente para la manutención de la pequeña Leydy quien cursa el sexto grado en el colegio “Víctor Márquez” de Sausal y quiere ser obstetra.
“Hace poco me hizo firmar un papel con engaños y perdí la demanda que le había iniciado. Pero Dios sabe porque hace las cosas, igual, tengo un sueldo que me sirve para educar a mi hijita y construir mi casita en La Esperanza, por el Senati, donde me he podido comprar un lotecito. Sueño con llevarla a Trujillo para que se eduque mejor y sé que Diosito no me fallará”, se motiva, mientras frota sus cuarteados brazos y
amarra los botines Caterpillar negros, los que combina con un ceñidísimo buzo del mismo color y una chompa de lana blanca, prudente para soportar el intenso frío nocturno sayapullino, ya lista para horas después salir de días libres como manda la política laboral de la corporación.

Fue un 16 de diciembre cuando las Portal Quispe ingresaron al proyecto. Hoy ya no cargan piedras, lampean o hacen encofrados. Ahora deben abandonar su habitación portátil más temprano que el común de los obreros para preparar el alimento matutino o alistar el almuerzo en una labor ininterrumpida de 20 días en campamento por 10 de descanso fuera de él. Pero para todos siguen siendo las “Barbies”, las queridas gorditas de Sausal, las mamacitas del complejo Sayaatoc, homenaje para las madres liberteñas, peruanas y del mundo.

lunes, 7 de mayo de 2007

Una novia PF


No sé como empezar este escrito. Ni sé que escribir. Sólo sé que quiero saber, la razón de tener que sentirnos solos, conocer cual es la despiadada causa para sufrir por penas que muchas veces tienen este título: no tener novia. ¿Por qué necesitamos tanto de sentirnos amados?, de la convicción de ser queridos y respetados, adorados y cuidados, de saber que con nuestros desórdenes, desaseo y mal aliento somos lo más importante en la vida de “esa persona”, de alimentar ese sentido de pertenencia quizá tan machista pero tan importante para algunos melancólicos y depresivos de la gran siete como lo es (¿o no?) este escriba, de sentirnos amados. ¿Por qué?, ¿POR QUE?

¿Acaso no basta con los méritos de ser un tipo medianamente responsable, siempre dispuesto a ayudar, destacado en un medio de pocas oportunidades y sobretodo, que trabaja como negro, paga sus impuestos, honra a su madre –al margen de algunos pecadillos comunes y silvestres- y promueve la evolución social de nuestro querida patria como para tener que ser víctima de ese impío bicho espiritual llamado amor? ¿Qué tiene sus ventajas como ver fútbol hasta la hora que quieras, tomarse unas chelas con unas flacas sin pensar en la “firme” o no tragarse el estoicismo de esperarla cuando se prueba 50 vestidos en alguna tienda “fashion”? , puede ser, pero ese proceso hace rato que lo pase, ahora sí que extraño como montones tener una novia, una linda, bonita, hermosa, pero sobre todo, buena novia. Y ya pues, seguimos esperando.

viernes, 27 de abril de 2007

Lo difícil del amor



Llevo varios días en Sayapullo, un distrito enclavado en la sierra liberteña, a seis horas de Trujillo, en el Perú, de intenso frío y noble gente. Ser responsable de un área importante dentro de la empresa a la que laboro me obliga a instalarme por más días de los que pretendiera en este terreno. Empero, el cariño de la gente e involucrarme en las labores sociales –aquí las poblaciones son enormemente carentes- justifican plenamente mi estancia. Adicionalmente – y es donde se inicia el sustento de este relato-, leo un libro de Paulo Cohelo prestado por la flaquita Sharon que la verdad, lo siento tan cercano a mi realidad como los zapatos a mis pies.

“Once minutos” narra la historia de una joven brasileña que, cansada de vanos intentos por progresar no encuentra mejor forma de hacer dinero que prostituyéndose. Y llegado un momento de su turbulento trayecto, conoce a Ralf Hart, un artista europeo de enorme talento y gran reconocimiento pero cubierto por una soledad espiritual inmensa. Tanto, como me pasa a mí.

“No es más horrible la soledad que cuando todo el mundo te llama, quieren enamorarte, tus padres te quieren al igual que la sociedad y la economía te sonríe pero te sientes igual, irremediablemente solo”, expresa Hart en un capitulo de la historia. Tal como, por momentos (¿es un término válido “sólo por momentos”?), me siento yo.

Hoy y en mi caso, siento claro que la tranquilidad económica o laboral no te da la felicidad si esta desasociada del afecto que una pareja o un hijo te pueden dar. He adquirido una casa en una zona residencial, pronto tendré un auto, me siento respetado y querido, pero no basta para ser feliz. No logro entender porque me cuesta enamorarme tanto, porque no puedo dar y darme la oportunidad ante personas que me demuestran cariño sincero e incondicional. ¿Será que la nostalgia de un amor frustrado me niega la intención de renovarme?, ¿que el recuerdo de aquella linda “enana” ha resultado un estigma que no puedo borrar de mi espíritu?, ¿que Ana, Rita o Luisa no pueden entrar a mi mundo no porque les falte atributos sino porque simplemente, no quiero enamorarme? ¿O será que simplemente, no encuentro ese amor que tanto necesito y deseo y que de seguro, Dios y mi madre me tienen reservado en cualquier lugar del mundo o quiza Sayapullo? Hasta, confieso, tengo temor de no volver a amar. Donde estes, aparece de una vez en mi vida. Ya pues mamá, una ayudita, como siempre.

viernes, 20 de abril de 2007

Una esperanza para los olvidados


Cuando el deporte genera evolución en los pueblos más subdesarrollados




Ronaldinho tiene 6 añitos y una mirada escondida, casi avergonzada que sólo revierte cuando ve un balón de fútbol. Aunque en su humilde situación, aquel se ve plasmado en un amasijo de trapos que patea sin cansarse cada tarde en el improvisado campo de fútbol de su comuna, en el inhóspito Chuquillanqui, caserío que, aclaremos, nada tiene que ver con la tierra de la samba pero sí tiene mucho de fabelas y se ubica a sólo cuatro de horas de Trujillo, en Lucma, previo viaje cargado de brincos y trochas. El ‘colorao’, como también le llaman sus amiguitos y vecinos, se apellida Gómez León y es fruto de un furtivo pasaje de su madre, María, con un empleado trujillano que conoció antes de partir a la Argentina en busca de las posibilidades de mejora que su tierra no le permite.
A ella Ronadinho no la conoce pues se fue cuando no cumplía un año de nacido y de su padre, sólo su nombre recuerda, aunque sabe que trabaja en Trujillo y le ha dado otro hermano llamado, para variar, Anderson.
Cuando nació, el coloradito de marras generó sentimientos encontrados que trascendieron más allá de su humilde casita de adobe y quincha: por un lado la obvia alegría de la llegada de un nuevo agricultor a la comuna y por otro los rumores folclóricos de los comuneros respecto de su atípica condición física: había nacido sin la oreja derecha; defecto que, a causa de carencias económicas, sus familiares no pudieron atenuar y le ha devenido en una leve mal formación del rostro que probablemente sea la causa de la introversión del simpático homónimo del crack del Barcelona.
Pues bien, para Ronaldinho esta mañana -17 de noviembre- es totalmente diferente. Aunque todavía le cuesta soltarse ya que nunca había visto tantas grandes camionetas juntas, mucha gente desconocida sonriéndole y más aún, recibido de regalo un flamante uniforme y tenido decenas de pelotas multicolores para patearlas hasta el cansancio, percibe que algo ‘bacán’ ha llegado, que sus próximas jornadas inmediatas serán hermosas, plenas de alegría, deporte y lo que más le gusta: romper los balones a puntazos y golazos.
La razón es una caravana de trabajadores de Corporación Minera San Manuel que pisó su tierra para instalar una academia deportiva gratuita. Esta vez se levanto muy temprano y no quiso ayudar en las labores agrícolas, ocupación que dentro de muy poco, cuando cumpla ocho años, tendrá que dedicarle muchas más horas, como lógica obligación establecida con el paso de decenas de generaciones en esta zona.
“Mi coloradito es un niño muy bueno, algo tímido pero cuando ve la pelota es una ‘bala’, está feliz porque nunca antes había tenido un entrenador que le enseñara a jugar y gente extraña que le diera tanta atención, ni en su colegio”, confiesa su tía, refiriéndose a la escuelita fiscal 80333, una vetusta construcción sobre una pampa a la que algunos de sus profesores acuden sólo cuando saben que la UGEL hará supervisión y donde el menor de la familia Gómez León cursa el primer grado a regañadientes. Doña Bertha se ha hecho cargo de su sobrino más querido y también del hermano mayor, aunque esto suponga estirar al máximo el exiguo presupuesto alimentario que posee, remitido básicamente a las compras de harina, combustible para las lámparas y la inversión en los pequeños campos de cultivo donde siembra arroz, papa y frutales. Chuquillanqui, que en quechua quiere decir sandalia de oro, la vio nacer hace más de 45 años y según relata, casi nada ha cambiado hasta entonces. El pueblo sigue siendo muy pobre, todavía carece de servicios básicos como agua, luz y desague o una posta en decente situación y peor aún, continúa recibiendo las visitas de hipócritas políticos que ofrecen todo y cumplen nada. El humilde villorio de sol abrasador se ubica entre las 10 comunidades de mayor extrema pobreza de La Libertad, con un índice de desnutrición en su población infantil de más del 40 por ciento, aprendizaje escolar primario completo de sus comuneros de casi dos por ciento, 60 por ciento de viviendas sin servicios higiénicos y una expectativa de vida promedio que no alcanza los 62 años, según datos estimados del censo poblacional del 2005. Una dura realidad sobre la cual, San Manuel -que ya lleva instaladas tres escuelas deportivas, talleres de tejidos y programas de alfabetización en caseríos lucminos con notables resultados– y otras empresas privadas podrían imponerse en caso tuvieran mayores y mejores oportunidades por parte de un gobierno que parece indiferente a las necesidades de mejor calidad de vida del Perú real.

“Para el desarrollo equitativo de la región es vital crear alianzas con el empresariado privado”, ha dicho como clara fase medular en sus discursos preelectorales el nuevo presidente regional. Recientemente, ya electo y basado en sus continuos viajes de campaña al interior de la región, que “en la sierra todo es malo y todo falta…debemos inclinar el presupuesto de los próximos cuatro años a pagar la gran deuda que tenemos con la sierra (liberteña)… en las provincias del interior hay mucho abandono y carencias, una realidad que tenemos que revertir”. Al menos expone intención de reivindicar a sus antecesores. Y eso ya es bastante. Una luz al fondo del túnel.


DATOS DE CHUQUILLANQUI
Chuquillanqui es uno de los caseríos más amplios que crecen en el territorio del distrito de Lucma, provincia de Gran Chimú. El inmenso terreno donde se ubica está poblado de imponentes plantas de cactus que le dan una vista cercana al Viejo Oeste que nuestros padres relataban o vemos en antiguos largometrajes. Su población, básicamente agricultora, no supera los 1500 habitantes y se divide en tres pequeños territorios: Bajo, Medio y Alto. Cuentan los pobladores, el caserío debe su nombre a la existencia de un cacique hace más de 400 años, que dominaba las tierras y como forma de ostentación, caminaba con sandalias de oro.

martes, 17 de abril de 2007

Un réquiem para una Joya

En un país donde sacarle la vuelta a la norma es sinónimo de inteligente, donde se adula a los “pendejos” sobre los honrados, a los mediáticos más que a los de perfil bajo, a los “ criollazos” antes que a los profesionales, a los escandalosos y no a los moderados, figuras como Juan Joya Cordero pasan normalmente, desapercibidos, vagantes en una ciudad de indiferencia, en un sistema que los prefiere muertos para recién reconocerles una trayectoria verdaderamente destacada. Es la dura reflexión que uno desprende tras la ida del extraordinario ex delantero nacional. Veo diarios y televisoras nacionales
y ninguno alcanza la dimensión en el reconocimiento que sí le dan medios extranjeros como ocurre en Uruguay o de parte de la Confederación Sudamericana de Fútbol que hasta ha utilizado partidos de Copa Libertadores para rendirle tributo a un crack en toda la dimensión.
Al “Negro el Once” –como lo bautizó el relator uruguayo Herbert Pinto- le reconocen en tierras charrúas una trascendencia futbolística tal que es considerado el mejor puntero izquierdo que ha tenido la institución deportiva más representativa de esa nación y una de las más grandes del mundo.
Gran cabeceador y de furibundo remate de derecha, junto a Abadie, Rocha, Sacia y el mítico ecuatoriano Spencer se tituló seis veces campeón del fútbol uruguayo, fue ganador de la Copa Libertadores y dos veces campeón intercontinental: el 61 ante el Benfica de Eusebio y el 66 ante Real Madrid en el propio Santiago Bernabéu y en ambos casos con actuaciones memorables del notable moreno. Así y todo, siempre trasuntó la nobleza y humildad propia de los grandes y además, nunca estuvo vinculado a la vida fácil o fue portada por escándalos. Aquí lo ví dirigir a Morba FBC de La Esperanza, a inicios de los 90. En ese equipo duró muy poco, pero lo suficiente para evidenciar su jerarquía humana. Hasta la próxima.

viernes, 13 de abril de 2007

Punto de quiebre

Como Pablo Neruda podría escribir los versos más tristes esta noche, los más cruentos, los más dolorosos, unos como el hierro candente que va abriendo un surco sobre tu pecho, como el letal veneno de una cobra que ha picado tu corazón, como una impía daga que cercena tu estómago empuñada por un vil enemigo, como el dolor del amor…
Hay situaciones cumbre en la vida de uno, hechos que grandiosos en alegría o crueldad, te marcan. Un antes y después. Puntos de quiebre le llaman. Que quedan grabados en tu trayecto de vida como líneas de tinta indeleble. Anoche, me ocurrió. JM, la mujer que más he amado en mi vida y hoy he perdido, me insultó como nunca antes lo había hecho. Como nunca ocurrió entre nosotros. Pretender hacerle reflexionar de su equivocada actitud cargada de soberbia, amargura y traición a sus principios morales (¡quien diablos soy yo para reclamar moralidad!) devinieron en un ataque de ira que la llevó a instancias lamentables.
Y evidentemente, los golpes más duros son los espirituales. Quise llorar pero no pude, pero sí lloró mi alma… Perdóname JM pero sentí la necesidad de decírtelo. Y es que no soporto verte así, como el payasito que pretende reír pero sufre a mares por dentro y además es víctima de villanos que, cual, hienas, están al acecho de seres indefensos, necesitados de cariño y protección. O peor aún, expulsando soberbia y una indiferencia que no sientes. Y quise llorar pero no pude, pero sí lloró mi alma…