martes, 31 de julio de 2007

¡Ayuda Showboon!



Fue el extrovertido Ronald Yupanqui quien me lo advirtió – y de que manera- en una conversación informal junto a Eduardo y Edwin, otros dos compañeros de labores en la empresa que hoy ocupo. Hasta ese momento no lo había notado o quizá no había querido notarlo. Y la broma me cayó como puñal en muslo: “oye, compadre, estás camino al calvario eh, pronto tendrás que ponerte gorro todo el tiempo”
Para colmo – no era mi día eh – el Chino Edwin, desvistió su conocida cautela para, sin anestesia, soltarme el hachazo: “pucha, Oswaldo, unos años más y ya cuando vayas a la iglesia y el padre pide de rodillas, tu pondrás la cabeza en la grada”

Y bueno, reconozco que estuve intranquilo toda esa jornada. Así que llegué a casa y explore el espejo en mil posturas con tal de descubrir esa falta de pelo, esa incipiente entrada o despoblada mancha de cabello que revelara mi promocionada calvicie en desmedro de una cabellera que supo ser frondosa y ondulada como un mar calmo.
Y bueno, no me queda otro que apelar a Showboon ( ¿lo han visto o escuchado?), ese milagroso -según Pancho, otro amigo del trabajo que asegura deberle a ese frasco plomo su vistoso cabello negro – compuesto que se vende como salvador de los pelucones. A ver, en unos meses les cuento como me fue.

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