Ya me resulta masoquista, pero no puedo evitarlo. Los sentimientos de víctima, de sujeto marginado y despiadadamente excluido me asaltan cada vez que me ocurre algo malo. Y en un sistema donde los conflictos son pan del día la concluyente es que me deprimo continuamente. Y para colmo, esta vez me ocurre con una chica; con una hermosa pero desatinada chica.
Llegó desde la capital para hacerse cargo de un stand de información que he implementando dentro de una feria organizada por una universidad privada local. La linda Mery pisó Trujillo con esa tez trigueña dorada como paja teñida al sol, sus hermosos ojos negros como el ébano, esa figura fina y delicada cual porcelana y una sonrisa que derrite. Llegó y su coquetería me apresó. Así que nunca pude negarme a su invitación a tomar un trago.
Entonces, como hace tiempo no lo hacía por alguna chica me preparé con entusiasmo y devoción. Llegada la hora la llamé y pum… emergió esa característica tan propia de las que se sienten bellas y deseadas: el shoteo. Primero, sútil, como respetando un proceso previo, el tránsito hacia el cadalso: “Estoy con Leslie tomando un café, ¿dónde estás?, en un rato voy al hotel me baño y estoy lista. Ah, y ponte churro como siempre acostumbras Oswaldito”
Media hora después, ya fue letal: “sabes, me siento mal y por favor, perdóname Oswaldito, mejor lo postergamos para mañana, sí”
Ahora, 10.48 p.m., me siento una m… Como cada vez que creo haber sido agredido.
Y sólo tengo una cuadrada pc y tú, que me lees, con quien compartirlo. Que joda que es estar sin pareja eh…
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