Hace cuatro días viajé a Sayapullo -sierra liberteña- como parte de mis obligaciones laborales. El recorrido transcurría como es común: agitado y vistoso a la vez sobre una carretera accidentada pero rodeada de hermosos paisajes. Sin embargo, todo paso a segundo plano cuando ingresamos a un acontecimiento tan riesgoso como conmovedor. Este es el relato:
“Vamos mamita, pon de tu parte, tu puedes, tu puedes”, “con tranquilidad, en posición horizontal, no la fuercen que puede ser peligroso, así es, así es”, “cuidado con esa vía intravenosa que se puede salir, respira mamita, respira”, “tengan cuidado de no golpearle el vientre por favor”. Las voces de Wilmer Ríos, Jerry Rebaza, Américo Olivo y Rocío Chávez se confundían al mismo nivel. Ya no había jerarquías, estas quedaban de lado cuando se trataba de salvar una vida humana y en ese momento, avalado por las circunstancias, nuestro chofer, el adiposo Ríos, lideraba la operación de traslade de un paso a otro de Eda Valera, una sencilla campesina del caserío Cruz Pampa que, por designio divino, tenía consigo las armas –humanizadas en un grupo de trabajadores de la unidad Sayaatoc varados justo en ese lado de la carretera- para salvar a su criatura, todavía fetal, de un impertinente Placenta Previa. Esta se da con una incidencia de un caso sobre cada 500 partos y supone el brusco cambio de posición del líquido hacia la parte inferior del útero y genera sangrado vaginal fluido hasta llegar a un alto riesgo de muerte del feto. Había que actuar con rapidez y sumo cuidado.
Unos minutos de tensión, maniobras casi acrobáticas y Eda, cargada por el fortachón Ríos – y con esa fortaleza que casi siempre sólo se ve en las mujeres de nuestra sierra - ya había superado la pesada máquina atascada en plena carretera y que impedía el paso de la camioneta del Ministerio de Salud – que en ese momento la trasladaba- hacia un hospital de Trujillo. De inmediato Jerry –jefe del departamento médico en la unidad Sayaatoc, quien nos estaba acompañando en camino a la operación- tomó el mando: había que acondicionar el vehículo que habíamos ocupado hasta minutos antes. Cables que se rompían para amarrar un frasco de hidratante, maletas que se dispersaban para ganar espacio, asientos horizontales y una nerviosa parturienta echada boca arriba a un costado del chofer. “¿Suero?”, “listo”; “¿vía intravenosa?”, “listo”; “¿respiración?”,“normal”; “Rocío, tú la acompañas hasta Cascas, allá una unidad médica la está esperando para proseguir hasta Trujillo, rápido, rápido”.
Horas después y en el mismo lugar donde quedamos varados – carretera Cascas Sayapullo, altura del puente El Polo- nos reencontramos con Rocío, quien ya de retorno, nos daba la feliz noticia: “llegamos bien, todo el camino soportó el dolor y en el ‘cruce’ (entiéndase: ingreso a Cascas) nos estaba esperando el cuerpo médico de Trujillo que de inmediato la llevó a la ciudad; la acompañó Zily (Abanto, jefa del puesto de Salud de Sayapullo, quien también participaba en la acción médica)”. Al mismo tiempo que la risueña enfermera culminaba su información, se avivaba mi orgullo por tener tales compañeros de trabajo en la Corporación Minera San Manuel.
Hechos como el relatado y que atestiguamos el pasado 30 de mayo son comunes en un poblado de tantas carencias como Sayapullo, nos confesaba Jerry, mientras esperábamos –horas tras horas- sea desbloqueada la vía. Y su aseveración tiene sustento: en una comunidad de índice de pobreza superior al 90 por ciento y altos niveles de desnutrición infantil, las madres gestantes –la mayoría ubicadas en edades precoces- se resignan a ser asistidas por una matrona cada vez que deben concebir, con todos los riesgos que ello implica. Y si consignamos los altos grados de morbilidad que allí imperan, la resultante es más que lamentable. Pero, para suerte de ellas y de la propia comunidad sayapullina siempre encuentran en el centro médico del Proyecto Sayaatoc, que opera en el cerro San Lorenzo desde hace más de un año, personal dispuesto a ayudar, a dar lo último por asegurarles una salud adecuada y máximo respeto, tácito compromiso para todos los que laboran en el referido proyecto. Claro que sí.
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