“Hey, hey, pss, pss, mamita, ya pues, ven que me enseñes a escribir… no pues, ¿ya te vas?; no pues, así no se vale...”
Ochentaidos años lleva consigo don Higinio. Ochentaidos años dedicados a la agricultura, ochentaidos años de duro trabajo y responsable esfuerzo por una vida digna. Ochentaidos años donde priorizó cultivos agrícolas sobre educación en el caserío Agua Agria, en Lucma. Ochentaidos años que ha esperado para aprender a leer y escribir. Ochentaidos que han pasado para que pueda redactar poemas de amor, como tanto anheló desde pequeño..
“Y sí, siempre quise hacer poemitas y enamorar a las chicas pues, pero bueno, no sabía escribir”. ¿Y ahora que ya sabe, no tiene otra cosa mucho más importantes que escribir poemas para enamorar chicas? “¿Y que pué, para que otra cosa más me va a servir escribir? 'Usté' como ya tiene seguro esposa 'tá' tranquilo pué”
Higinio González Ríos es uno de los más de 200 comuneros de la humilde Lucma que se han visto beneficiados con la campaña de alfabetización que promueve una empresa minera con notable éxito. El anciano de risa imperturbable y mirada perdida a causa de una incipiente ceguera nunca supuso que, en lo que considera su última etapa de vida, le pudiera llegar la alegría de comprender un texto o redactar versos románticos, su mayor sueño. Hoy, y a falta de la esposa que se le murió hace 10 años y una fémina que lo soporte, Sofía Rentaría, su profesora, es la musa de sus mayores inspiraciones.
“Que linda eres mamita, como una flor de mis campos de cultivo” se lee con mucho esfuerzo en su viejo cuaderno Atlas cuadriculado, el cual le perteneció a su nietecito, Juan, cuando estudiaba en el colegio fiscal de Agua Agria. En este tiempo el ajado y maltrecho block de notas es el mejor amigo del viejito enamorador de Agua agria. El confesor de sus mayores anhelos románticos y sede de sus mejores inspiraciones en escrito. Lindas obras de puño y letra que ni yo podría mejorarlas…
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