martes, 18 de septiembre de 2007

Cobardía

Siempre, desde años de infante, he ponderado la nobleza de las gentes del ande. Y más, creo, como testigo de excepción en innumerables oportunidades, en su plena intención de cordialidad, buen trato y receptividad incondicional ante el foráneo. Pero, obvio – y es lo que me jode ahora- esta concepción nunca será exenta de excepciones, dramáticas manchas oscuras que viví con la rabia del impotente ayer, 17 de setiembre.

En Sayapullo me encuentro ahora. Y no en horas felices. Intento, junto a 750 compañeros, defender nuestro centro de trabajo ante las malas intenciones de un grupo de revoltosos mal influenciados por quien debería promover la justicia social, un político con rasgos delincuenciales. En el proceso forme parte de una reunión con los furiosos agresores que habían bloqueado la carretera de acceso a uno de los campamentos del Proyecto Sayaatoc. La misma se desarrollaba con lógica tensión pero que no evitó recibiera la cordialidad de un tipo que me fuera presentado por Godrofredo Venegas, el profesor de la academia deportiva Sanmachi, institución que promueve la corporación minera en la que laboro.

Pasadas unas horas de haber ingresado a la reunión decidí abandonar el lugar. Así que emprendí la retirada tranquila y silente. En el camino me volví a cruzar con el personaje de marras quien me saludó cordialmente, como hace un viejo amigo. Mala percepción.

A los pocos segundos el tipo de casaca clara, pantalón azul y zapatos negros retornaba cargado de una enorme piedra en la mano derecha y la rabia en su rostro. Estaba acompañado de furiosas mujeres y perseguía a un grupo de policías que huían despavoridos. La confianza de su supuesta amistad me hizo asumir la situación con tranquilidad. Craso error: la enorme arma natural me impactó como una tromba en la espalda. Trastabillé pero pude recuperarme antes que el agresor me lanzará otro proyectil dirigido, esta vez, a mi cabeza. La misma suerte no la tuvieron consigo dos efectivos policiales que cayeron al piso y recibieron una brutal golpiza de la turba.

No recuerdo haber sentido tanta indignación como aquella vez. Es más grande que el dolor físico que soporto. Quizá lo vea pronto al cobarde, cuando la paz vuelva y –tengo plena confianza en que así será- el complejo sea totalmente recuperado. O de repente en unas horas me lo encuentre en las calles de este pequeño pueblo o en algún recinto cualquiera, ya sin la oscura ventaja de atacarme por la espalda o escudarse en cegadas mujeres. ¿Cómo reaccionaré?, confieso que deseo contárselos…

2 comentarios:

Lic. JOHAN ZAVALA dijo...

Amigo comparto tu enfado recordaras que tambien fui testigo de ese instante aquel sujeto tendra su castigo en el momento indicado. Tu sigue adelante que al final de este camino por ser como eres tu dolor y rabia sera canjeado por felcidad y amor por parte de tu amigo....Dios
J.A.Z.B

Unknown dijo...

Gracias amigo. Te deseo lo mejor tambien. Aunque, la verdad, sigo pensando como no te cayó ninguna piedra... ya te tocará...