Gozo, sufrimiento, alegrias, penas, subidas, bajadas, amor, desamor, ganar, perder. Pasada la base 30 encuentro - ¡al fin!- el espacio que buscaba para escribir lo que verdaderamente siento - así sea aburrido leerlo-y no parametrarme a las coyunturas noticiosas o requerimientos de un editor de tv, radio o periodico. ¿Quién soy?... un inefable que intenta ser bueno, un extraviado que quiere encontrarse...
lunes, 20 de agosto de 2007
Mundo solidario
“¿Puedo ayudar, señor?, ¿puedo cargar?, déjeme ayudar pues, no pude traer víveres pero quiero ayudar a cargar”. La voz del joven de cabello largo y cara de preocupado captó mi total atención. Eran las 8.30 p.m. cuando esperábamos, junto a Chelo, a la extrovertida Cinthia y la pasiva Mary Ann en el patio de la catedral de Trujillo. Entre sorprendido y deleitado miraba la larga fila de cargadores dirigirse al bus de carga de la empresa Tepsa que, estacionado en la salida del recinto religioso, abría sus compuertas para recepcionar el ingreso de cientos de paquetes, de aportes para los miles de damnificados caídos en la tragedia de Pisco, en el terremoto del 15 de agosto.
“Sí, por supuesto, puedes hacerlo, ven, ayuda”, “Gracias señor” respondió, mientras, presto se dirigía al cerro de bolsas cargadas de alimentos o ropa que se había acumulado en una de las puertas de la iglesia. Lo seguí con la mirada por unos segundos hasta perderse en esa maraña de cuerpos serviles. Me sentí feliz, también reflexivo. Pensé en que no todo es malo en esta sociedad tan materialista e indiferente, tan de ropa de moda y harapos caminantes, de casas de lujo casi estúpido y villas sin techo ni paredes, de sexo inmediato y madres que recién inician su adolescencia, de autoridades falsas y comuneros sacrificados, de políticos demagogos y opulentos y niños hambrientos, de millones de marginados o excluidos… de contrastes tan marcados.
Pensé, sin embargo, que todavía nos queda mucha bondad por rescatar. Que esas madres, niños y ancianos que cargaban bultos hacia el bus de Tepsa plasmaban el auténtico sentir de una nación que siempre fue grande y solidaria, que mi país ahora se llama Ica y todos mis compatriotas son pisqueños, que el mundo nos abre sus brazos para darnos cobijo en estas horas cruentas, que en los momentos difíciles siempre seremos unidos, que la indiferencia no tiene ganada la batalla ante el altruismo, que, a pesar de todo, siempre he visto y seguiré viendo pelucones con caras de preocupados dispuestos a ayudar. El bus partió… y con él todos mis mejores deseos para un pueblo que recuerdo como un paraíso de felicidad y al que regresaré muy pronto, cuando termine de recuperarse.
Me ocurrió ayer, domingo 19 de agosto.
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2 comentarios:
en todo el mundo nos a conmocionado la tragedia de Perú....y a muchos nos gustaría poder echar una mano...mucho ánimo se ha visto como en os malos momentos sale lo mejor de la gente y que la solidaridad humana puede con todo...
Si, emociona ver como las naciones se unen en torno a Perú. Gracias por tu mensaje Beita. Dios te bendiga.
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