En estas, tus horas de pasado meridiano, no depongas, no. Tu caída sería la de muchos, vendría como una bola de nieve o una ola en formación, más grande a su paso. El huaico de tus depresiones, aunque no lo quieras, arrasaría pueblos enteros de dependencia, corazones agitados de expectativa. Y tu, insano terrenal, tampoco mereces tanto llanto.
Además, de subidas y bajadas esta hecho el parque de diversiones que debería ser la vida. Y tu, acaso no eres también un asiduo placentero? Vamos…
Dale, arriba, upaaa como sonaba la voz del ángel que hoy y siempre te resguarda, de aquel que nunca, a pesar de todo, replicará tus bémoles. En su honor, no depongas, pues tu caída, además y aunque no lo quieras, sería la de muchos...
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