“Eh, yo solo estoy mirando señor, no me gusta mucho el fútbol, pero sólo estoy mirando un ratito”
¿Pero, chiquita, por qué no ingresas al estadio? ¿Por qué miras, escondidita, a todos los niños que juegan eh?, ven, no tengas miedo, esta academia es tuya también y hay muchas pequeñas como tú que practican fútbol, mira allá, al fondo por la izquierda, la que tiene polito azul, ¿la ves?
En este sociedad tan heterogénea y marcadamente disímil, golpearse de bruces con el averno cada momento no es difícil. Resulta como el tablero de ajedrez, que comparte oscuros y claros, alegría y depresión, ricos y muy pobres, extremos, en un solo espacio. De opulencia y estrechez, de abundancia y escasez, tan en New York como Lima, tan como ahora común, en Trujillo. Y así, puedes estar en la “moderna y próspera” Capital de la Cultura con tu Hyundai deportivo comprándote un jean en gigantescas tiendas exclusivas que promueven remates de fin de temporada y, sino en la periferia citadina ya sea Winchanzao , Alto Trujillo o El Milagro, sí 25 minutos yendo derecho por la Panamericana rumbo norte, en Chocope, deprimirte ante una criatura que sufre por un padre alcohólico que la ha abandonado y cuya vivienda se ubica en un barrial con perros sarnosos y ratas pulalando, techos de plástico y bolsas de arroz como paredes…
¿Y con quienes vives Arianita?
“¿Yo?, con mi mamá, vivía con mi papá también pero él mucho toma, pero cuando me lleva a Lima no toma porque allá tiene novia; si, tiene novia… aquí no se queda en la casa, mi mamá lo botó porque mucho le pegaba”
Y entonces, ¿quién es ese señor que me saludó en tu casita?
“Es su pareja nueva de mi mamá, ellos tienen un hijito ahora, se llama Luis. El no toma, mi papá si tomaba mucho y una vez, en la noche, yo no podía dormir y miré que se llevó el balón de gas y yo lo seguí y ‘le vi’ que le entregaba a una señora”
Pero la morenita se resiste al ocaso prematuro, por eso nunca se aparta de su vieja muñequita que encontró en un basural a pesar que su progenitora le ha prohibido tenerla por estar tan sucia. ‘Juanita’ le llama, como su recordada abuelita, ya muerta y a quien quiere más que a su propia madre pues fue quien la acogió durante dos años debido a las depresiones que soportaba viendo los conflictos en su familia. Y estudia cuarto grado en la escuela José Chopitea, le gusta nadar y también le encanta la Matemática…
“¿A ver cuánto es cinco más cuatro eh?, ‘esooo’, bien Arianita, nueve pues”.
Y tiene ocho años, mirada profunda, polito rosado con cuello y pantalón de manchas verdes que parecen flotar cual algas sobre la tela, como el mar de Puerto Morín donde casi se ahogó a los seis. Como el color de la esperanza en la hermosa canción de Diego Torres. Esa ilusión que no pierde por ser feliz y, que ahora, renace con un proyecto nutricional que llegó a su pueblo…
Ella se llama Pilar, es nutricionista y te acompañará a tu casita, a donde me llevaste. Te hará unos exámenes y hablará con tu mamita para que te alimentes mejor, ¿ok?, pero con una condición: que me prometes, desde el próximo viernes vendrás a tu academia deportiva, ¿estamos?
“Ya señor, mire esa niñita, se cayó por patear la pelota, ja, ja”.
Ok, entonces vendrás eh, ¡dame esos cinco!
Oye, Oswaldo, que duro es esto. Su madre es muy joven y tiene un pequeñito de un añito. Sólo tienen un colchón y dos sillas. ¿Y cómo se abrigan si sólo son cartones y sacos los que rodean su choza? Han invadido el terreno y ahora lo están cuidando. Me dice su mamá que el alcalde ya ha venido algunas veces, ha hablado con todos los vecinos y les ha pedido que inscriban a sus hijos en el proyecto. Les hice un chequeo simple y el más chiquito está bien, pero lo bueno es que ya comprometí a la mamá para inscribir a la niña...
Eh… si pues, es la sociedad que hemos creado Pilar. Inevitable, tal cual. Miseria necesaria en la estabilidad del mundo según el pensar de Thomas Malthus, indiferente para algunos golfos de corbata y altos cargos en política regional. Esos mismos que permiten que 15 mil alumnos en La Libertad permanezcan todavía sin profesores y no saben que responder cuando los encaran, o silban bajito cuando les recuerdan que nuestra región tiene los tres distritos más miserables del país: Ongón, Bambamarca y Condormarca. Quienes explotan inocentes en minas informales y todavía candidatean. Aquellos que “alquilan” periodistas para salvar su imagen. Esos que ni las áreas verdes respetan cuando de campañas eleccionarias se trata. Los mismos que en defensa de la “fraternidad” callan ante las fechorías que cometen sus correligionarios, o quienes por salvar el “gran cambio” se valen de las necesidades humanas para canjear votos por víveres. Algunos angustiados por saber que faltaron a su palabra y corren el riesgo de ser desaforados un 3 de octubre. Tantos que malinterpretan la esencia de la política: servir a los más necesitados y no servirse a sí mismos. Gracias por tu ayuda mi buena amiga.
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