La grama, verde encendida, le ha ganado terreno a lo pétreo y negro, mientras la naturaleza le nutre desde los cielos con jugos transparentes. De a pocos, la cubre y abraza a pesar de su férrea materia. Se mete entre sus líneas y rendijas hasta llegar a las entrañas como el agua que uno toma.
Me miro en ese panorama, cuadrado de adobe y madera de cuatro centurias y un olor a historia agrícola, mientras acompaño a Cristhian, el catequista del paraje cajabambino que hoy me da estacionamiento. El verde es mi esperanza. La piedra, mi desconfianza.
Gozo, sufrimiento, alegrias, penas, subidas, bajadas, amor, desamor, ganar, perder. Pasada la base 30 encuentro - ¡al fin!- el espacio que buscaba para escribir lo que verdaderamente siento - así sea aburrido leerlo-y no parametrarme a las coyunturas noticiosas o requerimientos de un editor de tv, radio o periodico. ¿Quién soy?... un inefable que intenta ser bueno, un extraviado que quiere encontrarse...
sábado, 25 de febrero de 2012
domingo, 12 de febrero de 2012
...vidita
Y allí está ella. Siempre esperando. Atenta cual madre a sus cachorros.
Con sus ojos grandes como platos brillantes.
Con su cabello alborotado que parece retar al viento y nariz de botoncito.
Y sus repentinos arrebatos que me complican. Y su cariño incombustible y paciencia de apóstol que me nutren el alma.
Es el amor que roza lo auténtico. Mi vidita.
Con sus ojos grandes como platos brillantes.
Con su cabello alborotado que parece retar al viento y nariz de botoncito.
Y sus repentinos arrebatos que me complican. Y su cariño incombustible y paciencia de apóstol que me nutren el alma.
Es el amor que roza lo auténtico. Mi vidita.
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