“Que no hermanito, que piénsalo bien, que mira, ese precio para un modelo de ese año es muy alto, no hermanito nooooo…” Giovanna, mi querida hermana mayor, tiene una escondida obsesión por el mesianismo familiar que a veces, ya sulfura. En esta ocasión, sus “consejos” los sufro para adquirir una máquina de cuatro ruedas.
Comprar el bendito carro me está llevando más tiempo del que suponía y en gran parte por aceptar -o resignarme- a las maquilladas imposiciones de mi inigualable sister. Relato: estando en Lima –capital de Perú- la pasada semana, acordé reunirme con un vendedor de autos con quien tenía contactos desde hace más de dos meses. Mi decisión estaba tomada – habida cuenta que tener un vehículo me urge para iniciar el definitivo traslado a mi nuevo hogar- así que me dirigí al lugar donde Yoshio Katsuragi – así se llama el vendedor- oferta sus autos. Todo iba bien hasta que recibí la llamada de mi querida hermanita. Y no sé porque pero sentí que citarla al local de Yoshio -Giovanna vive en Lima- era un error.
Al final, no me compré el auto, visite cincuenta locales comerciales con mi hermana y su amiga Consuelo –una ex vendedora de vehículos y conocedora del ramo-, gasté mi tiempo y dinero y terminé más incómodo que tanga en poto de gorda.
Bueno, así igual adoro a mi hermanita por esa sobreprotección –léase cuidado y cariño extremo- que me profesa. Hasta novia me quiere conseguir. “Y ya sabes, cuidadito con gastar en autos de segunda sin consultar ah.. y no te metas concualquier chica, tu no puedes estar con cualquiera eh... y cuidado con gastar mucho de la tarjetas de crédito, por favor hermanito, ten mesura.. y no te preocupes, acá con mi amiga veo el auto y tu próximo viaje lo compras…” Ya Giovannita, ya...
Gozo, sufrimiento, alegrias, penas, subidas, bajadas, amor, desamor, ganar, perder. Pasada la base 30 encuentro - ¡al fin!- el espacio que buscaba para escribir lo que verdaderamente siento - así sea aburrido leerlo-y no parametrarme a las coyunturas noticiosas o requerimientos de un editor de tv, radio o periodico. ¿Quién soy?... un inefable que intenta ser bueno, un extraviado que quiere encontrarse...
martes, 29 de mayo de 2007
sábado, 26 de mayo de 2007
Fuerza, Gonzalito
“Hola tío… ¿qué hago me preguntas?, estoy jugando con mi mono… y no como pollo, el pollo no me gusta… ¿cómo tas?.. chau tío… en la tarde te iré a visitar..”.
Gonzalo tiene seis añitos, es el primero de mis sobrinos y el que más quiero dentro de esa enorme dimensión amorosa que tengo por mis tres “hermanitos menores”. Y es que, debo reconocer, al enano este le profeso mayores afectos por ser el primero que llegó al mundo, el de mayor cercanía física –vive en Trujillo, muy cerca al domicilio de mi padre- , el que se parece a mí – varios suponen que es hijo mío- pero además, porque es el primogénito de mi hermano mayor, Manuel.
Empero, por estos días la situación no es tan llevadera con mi querido 'anteojitos'. Su madre, en un arranque de errada pasión y descontrol, se lo llevó con engaños a Tarapoto, una ciudad de la selva peruana. Allí lo ha matriculado en una escuela estatal y situado en una vivienda que ha alquilado mientras intenta administrar, junto a su actual pareja, una empresa de venta de comida.
La situación, plena de conflictos y despropósitos, por tanto, no es la más propicia para Gonzalito y así lo percibí en la corta comunicación telefónica que tuvimos. Conozco a mi enano y sé que sufre lejos de sus amiguitos de colegio – aquí fue matriculado en un escuela particular de gran nivel-, de su piscina en el Club Libertad, de sus muñecos Batman y el Hombre Araña, de su hermanita Alejandra, de sus abuelitos y de su querido padre, Manuel, un tipo, que al margen de errores inevitables en cualquier mortal, ha asumido con total responsabilidad los deberes morales y económicos con su vástago. Lástima que por el lado maternal – no quiero prejuzgar pero así parece- no se pudiera decir lo mismo. Y ya van más de 40 días que no lo veo.
Desde esta humilde esquina – y haciendo fuerza todos los que te queremos y extrañamos- : fuerza sobrino, tu abuelita Rosa y el Hacedor harán que pronto vuelvas con nosotros. Juro que sí.
Gonzalo tiene seis añitos, es el primero de mis sobrinos y el que más quiero dentro de esa enorme dimensión amorosa que tengo por mis tres “hermanitos menores”. Y es que, debo reconocer, al enano este le profeso mayores afectos por ser el primero que llegó al mundo, el de mayor cercanía física –vive en Trujillo, muy cerca al domicilio de mi padre- , el que se parece a mí – varios suponen que es hijo mío- pero además, porque es el primogénito de mi hermano mayor, Manuel.
Empero, por estos días la situación no es tan llevadera con mi querido 'anteojitos'. Su madre, en un arranque de errada pasión y descontrol, se lo llevó con engaños a Tarapoto, una ciudad de la selva peruana. Allí lo ha matriculado en una escuela estatal y situado en una vivienda que ha alquilado mientras intenta administrar, junto a su actual pareja, una empresa de venta de comida.
La situación, plena de conflictos y despropósitos, por tanto, no es la más propicia para Gonzalito y así lo percibí en la corta comunicación telefónica que tuvimos. Conozco a mi enano y sé que sufre lejos de sus amiguitos de colegio – aquí fue matriculado en un escuela particular de gran nivel-, de su piscina en el Club Libertad, de sus muñecos Batman y el Hombre Araña, de su hermanita Alejandra, de sus abuelitos y de su querido padre, Manuel, un tipo, que al margen de errores inevitables en cualquier mortal, ha asumido con total responsabilidad los deberes morales y económicos con su vástago. Lástima que por el lado maternal – no quiero prejuzgar pero así parece- no se pudiera decir lo mismo. Y ya van más de 40 días que no lo veo.
Desde esta humilde esquina – y haciendo fuerza todos los que te queremos y extrañamos- : fuerza sobrino, tu abuelita Rosa y el Hacedor harán que pronto vuelvas con nosotros. Juro que sí.
miércoles, 23 de mayo de 2007
Todo por una rabona
Ahora resulta que Andrés Vásquez, con una “rabona” es un jugador convocable y hasta Uribe dice que le gustaría tenerlo en la selección. Siempre he querido entender cual es la medida de la capacidad de un futbolista para jugar en una selección peruana. Y es que nos topamos con cada situación que hasta a veces asumimos que ver nuevamente a César Cueto o Teófilo Cubillas jugando encuentros oficiales con la blanquiroja está dentro de concretas posibilidades. Ahora, basta con una muy buena jugada hecha por el futbolista del Goteborg sueco para que muchos reclamen su llamado.
Empero, nadie repara en que el fútbol es un juego prioritariamente colectivo y no individual, que hasta Paúl - mi pata de partidos de cada miércoles en el Club de Prensa- y el incomprensible Johan – otro pata del Club de Prensa- intentan cada tanto la famosa jugadita con algún acierto pero no pasan de 0.5 en rendimiento global. Es más, podemos citar a futbolistas de historia en nuestro país que eran reyes de la pirueta y el metro cuadrado pero nunca de todo el terreno caso “Pitín” Zegarra, que dicen –nunca lo pude ver- hacía malabares con la pelota pero nunca rindió en un seleccionado.
Y con esto no queremos desmerecer las condiciones que pueda tener Vásquez – de sólo 19 años y seguro, buenas condiciones- pero sí advertir que se debe tener un análisis a profundidad para proponer jugadores a nuestra selección, basarse en un rendimiento de tiempo prolongado -y no de dos partidos o uno- y nunca remitirse a un bonito gol o extraordinaria jugada por más dimensión mediática que esta incorpore. Aunque con Uribe –que en su anterior ciclo lo hizo con los desocupados o suplentes Carmona, “Tata” Reyes y “Panchi” Pizarro con nefastos resultados y ahora con otros que calientan banca en sus equipos- todo se puede esperar. ¡Yo me hago 50 pataditas seguidas eh! Hasta la próxima.
Empero, nadie repara en que el fútbol es un juego prioritariamente colectivo y no individual, que hasta Paúl - mi pata de partidos de cada miércoles en el Club de Prensa- y el incomprensible Johan – otro pata del Club de Prensa- intentan cada tanto la famosa jugadita con algún acierto pero no pasan de 0.5 en rendimiento global. Es más, podemos citar a futbolistas de historia en nuestro país que eran reyes de la pirueta y el metro cuadrado pero nunca de todo el terreno caso “Pitín” Zegarra, que dicen –nunca lo pude ver- hacía malabares con la pelota pero nunca rindió en un seleccionado.
Y con esto no queremos desmerecer las condiciones que pueda tener Vásquez – de sólo 19 años y seguro, buenas condiciones- pero sí advertir que se debe tener un análisis a profundidad para proponer jugadores a nuestra selección, basarse en un rendimiento de tiempo prolongado -y no de dos partidos o uno- y nunca remitirse a un bonito gol o extraordinaria jugada por más dimensión mediática que esta incorpore. Aunque con Uribe –que en su anterior ciclo lo hizo con los desocupados o suplentes Carmona, “Tata” Reyes y “Panchi” Pizarro con nefastos resultados y ahora con otros que calientan banca en sus equipos- todo se puede esperar. ¡Yo me hago 50 pataditas seguidas eh! Hasta la próxima.
domingo, 13 de mayo de 2007
Unas madres de "peso"
A más de tres mil metros de altura y un frío que traquetea los huesos, una historia especial, en un día especial
“¿Cómo está ingeniero?, ¿hace mucho frío, diga?, yo felizmente cumplo mis 20 días mañana y ‘ bajo’ para ver a mi Leydy y salir de este clima”; Mónica.
“Hola ingeniero, tómeme una foto con mi hermana ´pé´, para que se acuerde de nosotros. ¿Cuándo ha llegado?, a ver, hay que servirle al simpático de una vez”; Rosina.
Le llaman las “Barbies”. Una 35 y la otra 43. Sus circulares siluetas nunca
pasan desapercibidas y lejos están de asemejarse a la emblemática muñeca creada por Rut Handler en 1959, pero así tampoco nadie desatiende su extraordinario esfuerzo por ganarse un salario digno para fortalecer el desarrollo de sus mayores razones de vida: sus hijos. A estas singulares mamás las conocimos de la manera más inusual. Una mañana de enero cuando advertíamos la zona de ingreso a Sayapullo
las divisamos lampeando la tierra sobre una ladera, golpeando el borde de la cuchara con el taco de la bota de arriba hacia abajo y la punta de la lampa en diagonal sobre el terreno tal como mandan los cánones del buen obrero, tanteando el piso para saber donde incrustarla, sin perturbarse ante nuestra mirada incrédula, manejando la pesada herramienta con la ligereza de los más duchos e investidas de botas con punta de acero número 40, gruesos guantes, ajustado gorrito y uniforme verde talla XL en cuya espalda se leía: Proyecto Sayaatoc.
“Heyyy, hola inge, hola señores, que tal”, saludaban a todos con los brazos abiertos y la risa honesta. Unas semanas después retornamos y no las encontramos en el mismo lugar. Supusimos que habían cedido al cruento trajín de una actividad más propia para trejos jornaleros que entusiastas damas entradas en músculos. Pero que va, las hermanas Portal Quispe han subido a casi 4000 mil metros, a la cima del cerro San Lorenzo, y ahora trabajan en la sección cocina. Allí Rosina coce variadas carnes, pica verduras o licua frutas en tanto Mónica es asistente del comedor donde se alimentan más de 200 esforzados obreros ocupantes de esa zona del extenso campamento.
Hijas de humildes agricultores ascopanos, desde pequeñas han sabido lo que es trabajar esforzadamente para ganarse el pan diario. Mónica confiesa que recorrió cientos de kilómetros vendiendo diarios, alfajores, bizcochos y marcianos desde los seis años, fue cajonera en una fábrica de espárragos y las últimos cinco temporadas vendedora de frutas en la entrada a Sausal junto a su hermana mayor, con la que vive en ese mismo poblado. Ambas también comparten la misma anecdótica historia de incorporación a la empresa minera:
“Estábamos en la entrada a Sausal vendiendo nuestra frutas y un día, como siempre, pasaron varias camionetas rumbo a la mina. Entonces, yo me acerqué a uno que decían que era el jefe de todos y le pedí ‘chamba’. Pucha, que el ingeniero Frías me miró y me pregunto si estaba segura de trabajar como minera y yo no me quede callada pé” expone, risueña.
“Entonces le dio su tarjeta y le dijo que suba nomás a la mina y pida trabajo. Pero
yo también quería trabajar y me dijo lo mismo”, complementa Rosina, quien menos extrovertida pero igual de carismática, sólo expone gratitud para el referido funcionario:
“Es un señor muy bueno, a veces nomás que se pone duro pero en el fondo es un alma de Dios”. Tanto como Mónica, sus gruesas manos han soportado texturas de las más duras o dañinas y en los terrenos más complicados de trabajo. “A mí no me incomoda ser obrera, todo trabajo es digno y si tengo que picar una piedra, romper una roca o preparar cemento lo hago nomás”. Todo con tal de construir un firme futuro para sus tres hijos: José, Vanesa e Ingrid. Para su suerte, la vida conyugal le ha sido más acogedora que la de su hermana. Junto a su esposo planea sacarle provecho a un pequeño terreno de cultivo que sus padres le heredaron a ella y sus hermanos en el sector Quemazón de su tierra natal. Allí siembran uva, arroz y otras variedades de fruta o cereales.
En tanto, la descomplicada Mónica se repone de una frustrada relación con un camionero que la dejó embarazada y obligó a dejar sus estudios de contabilidad en un instituto de Chocope. Pasados 11 años su ex conviviente le aporta cien soles muy eventualmente para la manutención de la pequeña Leydy quien cursa el sexto grado en el colegio “Víctor Márquez” de Sausal y quiere ser obstetra.
“Hace poco me hizo firmar un papel con engaños y perdí la demanda que le había iniciado. Pero Dios sabe porque hace las cosas, igual, tengo un sueldo que me sirve para educar a mi hijita y construir mi casita en La Esperanza, por el Senati, donde me he podido comprar un lotecito. Sueño con llevarla a Trujillo para que se eduque mejor y sé que Diosito no me fallará”, se motiva, mientras frota sus cuarteados brazos y
amarra los botines Caterpillar negros, los que combina con un ceñidísimo buzo del mismo color y una chompa de lana blanca, prudente para soportar el intenso frío nocturno sayapullino, ya lista para horas después salir de días libres como manda la política laboral de la corporación.
Fue un 16 de diciembre cuando las Portal Quispe ingresaron al proyecto. Hoy ya no cargan piedras, lampean o hacen encofrados. Ahora deben abandonar su habitación portátil más temprano que el común de los obreros para preparar el alimento matutino o alistar el almuerzo en una labor ininterrumpida de 20 días en campamento por 10 de descanso fuera de él. Pero para todos siguen siendo las “Barbies”, las queridas gorditas de Sausal, las mamacitas del complejo Sayaatoc, homenaje para las madres liberteñas, peruanas y del mundo.
lunes, 7 de mayo de 2007
Una novia PF
No sé como empezar este escrito. Ni sé que escribir. Sólo sé que quiero saber, la razón de tener que sentirnos solos, conocer cual es la despiadada causa para sufrir por penas que muchas veces tienen este título: no tener novia. ¿Por qué necesitamos tanto de sentirnos amados?, de la convicción de ser queridos y respetados, adorados y cuidados, de saber que con nuestros desórdenes, desaseo y mal aliento somos lo más importante en la vida de “esa persona”, de alimentar ese sentido de pertenencia quizá tan machista pero tan importante para algunos melancólicos y depresivos de la gran siete como lo es (¿o no?) este escriba, de sentirnos amados. ¿Por qué?, ¿POR QUE?
¿Acaso no basta con los méritos de ser un tipo medianamente responsable, siempre dispuesto a ayudar, destacado en un medio de pocas oportunidades y sobretodo, que trabaja como negro, paga sus impuestos, honra a su madre –al margen de algunos pecadillos comunes y silvestres- y promueve la evolución social de nuestro querida patria como para tener que ser víctima de ese impío bicho espiritual llamado amor? ¿Qué tiene sus ventajas como ver fútbol hasta la hora que quieras, tomarse unas chelas con unas flacas sin pensar en la “firme” o no tragarse el estoicismo de esperarla cuando se prueba 50 vestidos en alguna tienda “fashion”? , puede ser, pero ese proceso hace rato que lo pase, ahora sí que extraño como montones tener una novia, una linda, bonita, hermosa, pero sobre todo, buena novia. Y ya pues, seguimos esperando.
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