Alguien, al borde de la desesperación, insistía, reiteraba: EL AMOR, CUANDO QUEDA UN POQUITO DE EL, LO PUEDE SUPERAR TODO, TODO… lo dijo mil veces... ahora, no quiere admitirlo.
Alguien, pedía seguridad. Pero, luego, cancelaba, sorpresivamente, acuerdos continuamente, sea citas, visitas a la iglesia, jornadas de café, sin razones adecuadas. Y sobre la marcha, cambiaba de opinión. Y volvía a lo mismo, luego. Hoy, incluso, hasta dice ya no querer.
Alguien, reclamaba, insistía, pese a la negativa de su pareja, tomarse un tiempo para meditar. Hoy, que se lo dieron, no lo acepta pues eso impidió vínculos en familia, lamenta.
Alguien, exigía seriedad. Hoy, define por internet.
Y pese a seguir amando, no es honesta con los errores que también, como él, cometió.
Contradicciones. Justificaciones fáciles para buscar una salida falsa, una negación a las oportunidades de reivindicarte que el amor siempre te da.
Del otro lado, un tipo melancólico, desordenado e intolerante. Un tonto que no aprendió de relaciones pasadas a ser más cauto, menos precipitado, pero que trata de no negarle verdades a su corazón. Y quiere luchar. Porque a esa conclusión ha llegado luego de días de meditación, porque son miles de veces más las virtudes, los hermosos momentos vividos que los problemas generados. Y, sobre todo, porque la quiere.
Desahogos, catarsis de pluma y letra.
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