Ey, carajo… ey, vamos, todos a atacar!, arriba, arriba!... al arco, arcoooo!
Y sus gritos se los lleva el viento… y nadie los recoge…
Sólo su ilusión de representatividad…
De ser parte en este sistema tan marginativo…
Y mueve los brazos como señal de disconformidad y se amarra la chalina como un entrenador de fama mundial…
Su físico es esmirriado y la ropa, oscura, sucia y vieja, parece ondearse sobre su piel..
Y hace sonidos guturales que nadie entiende…
Y busca robar mirada, una sola atención al menos…
Y posa sus manos sobre la baranda de cemento y observa al público…
Y, minutos, después, cansado, resignado, vuelve a su lugar… el frio asiento 158 de la parte más alta de la tribuna preferencial del estadio…
Sólo, él y su ilusión de ser alguien, aunque sea por un momento...
El loco, el hincha…
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