domingo, 6 de abril de 2008

Enigma...


Son las 8.36 p.m. del sábado 5 de marzo. Me encuentro en la habitación 14 del hotel Guerrero, en el corazón de Jaén, este pueblo grande que hoy me tiene preso y no precisamente de su belleza natural o buenas gentes. Aquí las personas te tratan con mucho respeto como es típico en estas villas del interior, comemos sano –como no ocurría hace buen tiempo- y los paisajes son hermosos amén que las lluvias nocturnas mezcladas con el clima caluroso y boscosos escenarios nos enternecen el alma. Sin embargo, mi estancia se ha dado forzosa debido a que las fuertes lluvias que arrecian en el entorno de la provincia han destruido las carreteras de acceso y estoy impedido de salir de la ciudad a no ser por vía aérea y cuatro cupos que no puedo conseguir todavía.

Y entonces, solitario y vagabundo por las calles de un poblado silente, la reflexiones sobre mi inefable vida amorosa se me han hecho profundas. Muy profundas alrededor de lo que hace tiempo quiero descifrar y no puedo, o quizá siento pero no quiero reconocer, o de repente no siento pero no lo acepto: ¿todavía amo a JM?

Hace una semana, horas antes de partir a donde ahora me encuentro, recibí su llamada telefónica. Eran varios días que no hablábamos y, además, no tenía buenos recuerdos de esa ocasión: me encontraba en Lima y compartimos un par de horas en que ella aprovechó para castigarme con esa falsa indiferencia que se esfuerza en mostrar cada vez que nos encontramos; pero, esta vez, perfeccionó un defecto made in Capital de la República que sufrí como una puñalada, su increíble soberbia. “Que venderé este auto para comprarme una Rav 4 del año, que mis amigas son unas pobretonas que no tienen aspiraciones y viven como cualquiera, que viene Marck Anthony, que te llevaré a un restaurante fashion,¿ y como te va con tu nueva enamorada?.. ah, y la próxima semana me aumentare el busto, me costará 4 mil dólares pero quedaré regia…”
Varias horas gasté intentando resignarme a esa nueva y diametral versión en que se había transformado de mi querida JM. Incluso, lo pensaba cuando recibí su timbrada, cerca del medio día. Empero, como un consuelo leve, esta vez su risueña voz saludándome y la cordialidad con que me relató el proceso de su feliz operación al busto y su abrupto incremento de autoestima, me alegraron mucho y estimularon para el duro viaje de casi 10 horas que supuso el trayecto de Trujillo hacia Jaén.

Sin embargo, ya no me ha vuelto a llamar y probablemente no lo haga hasta que pasen más de 15 días, cual es su costumbre. Ni el mensaje que le envíe hace tres días ha servido para que vuelva a comunicarse con esta alma transeúnte.
Seguro estará muy ocupada estrenando vestidos adecuados para su nuevo busto. O quizá ocupará sus horas de ocio en reuniones cargadas de placer y risas hipócritas sobre mesas con mucho vino, comida y un fondo musical estridente. Y yo seguiré taladrando mi mente respecto de si esa actitud obedece a una mujer todavía enamorada que intenta olvidar. Y daré vueltas preguntándome si solo me llama por la mera curiosidad de conocer los pasos de alguien a quién se amó en demasía.

Y continuaré hiriéndome mientras trato de adivinar que estará haciendo. Y jugaré a saber si compartirá una cena romántica con un infeliz individuo o regalará su cariño a un alto ejecutivo de una empresa transnacional, si dudará tantas veces en enviar mensajes de texto o marcar mi celular para saber como me encuentro, si vagará en hermosos recuerdos de nuestra convivencia o armará nuevas ilusiones con otro príncipe, si averiguará sutilmente con quien enamoro estos días o intentará conquistar a un tipo que le ha impresionado, si rebuscará en las páginas sociales de internet sobre mis nuevos pasos. Si todavía me quiere tanto... ¿como yo aún la amo?

No hay comentarios: